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Mundos de antaño

Christophe de Beauvais

Chroniques Source gallica.bnf.fr / BnF
La muerte que no pasa

Es extraordinario que no se haya notado. Por lo general, ella se aventuraba muy poco en el césped. Sin esconderse, quería ser discreta y no deseaba que se notara su presencia. Se la tenía en pensamiento y a menudo a distancia, con una mezcla de certitud y de peligro.

Sin buscar materializarse, a veces probaba los placeres del aviso y sucumbía a la felicidad de fundirse. Era entonces que aparecía. ¡Oh nada de grandioso en sus apariciones! Detestaba las puestas en escena y los pequeños efectos teatrales.

Preocupada en no mostrarse, ella se vestía sobriamente. El sol, como toda luz, la molestaba y entonces usaba un pequeño parasol que, según ella, le daba un aire coqueto.

¿Como creer que bajo esta sombra un fuego la consumía? La violencia de su postura se debía a su inmovilidad. No necesitaba moverse dado que se venía a ella. Uno se resbalaba en sus pendientes, se pataleaba tentando subir. Uno se sabía perdido, pero la rabia y la obstinación transformaban las manos. A veces suplicantes, a veces empeñadas, a veces agarradas, a veces resignadas, las manos componían el instante de mil repeticiones. Ella no se movía, insensible a todo salvo a su trabajo, y se hacia el receptáculo de los fines de la humanidad.

Algunos señores apurados no prestaron atención, pasaban como se pasa a menudo, en la imprudencia del tiempo. Tendrían su cuarto de hora un día, ella no tendría más que esperar.

Un poco perdida en el césped, un poco desorientada de saberse a la vista, podemos creer que tuvo un momento de fragilidad. Pero eso es conocerla mal.

Su aparición sublime es el signo de todos los miedos. Y si no pasa es que no tiene nada que esperar. Sin deseo, ella no es sino una intención: retirar lo que se pueda, dejar el resto a las piedras.

Su fin está inscrito en un rezo sobre todos los monumentos.

Pero a ella no le importa. No lee.

Christophe de Beauvais, Crónicas minúsculas, Mundos de antaño. La muerte que no pasa
[Rabat, 2016]
Traducción al castellano de Mariella Villasante Cervello con la colaboración de Guillermo Nelson Peinado

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