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Mundos de antaño

Christophe de Beauvais

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Chroniques Source gallica.bnf.fr / BnF
Source https://www.fine-arts-museum.­be/fr/la-collection/pieter-­i-bruegel-paysage-dhiver-avec­-patineurs-et-trappe-aux-oiseaux
Brueghel ¡el falsificador!

¿Como se puede todavía dudar?

No era suficiente solo comparar, había que mirar también. Y sobre todo no dejarse contar un anacronismo de pacotilla. Lo afirmo alto y fuerte: ¡Brueghel ha copiado! Lo pintó en 1608 se ha inspirado en esa fotógrafa del Bosque de Boulogne.

Los detalles no engañan. Y si la duda siempre es posible, los cielos no conocen la mentira. Es suficiente con entrar en la escena para estar convencido. Ver el plan de conjunto, dejarse ganar por el ambiente, comparar aquí y allá las impresiones, apreciar las perspectivas, aumentar la empatía y sobre todo evitar ver las cosas de demasiado alto.

En pintura, la razón es una horrible consejera que corrompe más de lo que enseña.

Por supuesto, hay otra posibilidad, pero es tan monstruosa que no vale la pena imaginarla.

Nuestros paisajes de invierno son únicos, nuestras impresiones solo nos conciernen a nosotros, nuestras intimidades no se comparten. Cada uno de nuestros pasos, de nuestros gestos y de nuestros pensamientos son marcados por el sello de nuestra singularidad. Esto es un hecho y no se discute.

Imaginen un mundo donde todo no fuera sino continuación. Donde el tiempo, lejos de borrarse, se dilatara en trayectorias circulares. Donde el espacio no fuera distancia, sino solo repetición.

Un mundo horrible donde el dolor aquí sería el dolor allá, en toda su complejidad.

Un mundo monstruoso donde nuestras sensaciones más íntimas habrían sido ya vividas, con la misma intensidad, por desconocidos, extranjeros, seres que no son nada para nosotros.

Saber que la riqueza de nuestros deseos, de nuestras aspiraciones, que la belleza que nos llena a veces se pueda encontrar, en forma idéntica, entre gente lejana y extraña, es como una mancilla. La peste negra de nuestra unicidad.

Si Brueghel no ha copiado, en aquel momento abriría la puerta de ese mundo.

Entonces sí, lo vuelvo a decir con fuerza: ¡Brueghel es un falsificador! ¡Y es bueno para nosotros que sea por fin desenmascarado!

Christophe de Beauvais, Crónicas minúsculas, Mundos de antaño. Brueghel ¡el falsificador!
[Rabat, 2016]
Traducción al castellano de Mariella Villasante Cervello con la colaboración de Guillermo Nelson Peinado

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