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Mundos de antaño

Christophe de Beauvais

Chroniques Source gallica.bnf.fr / BnF
Mi padre, ese héroe

Como la mayoría de hijos, he adorado a mi padre. Pero lo que realizó en 1910 lo pone, para mí, en el firmamento.

En el transcurso de una conversación memorable que tuvo con mi tío, su hermano, un hombre íntegro, pero increíblemente obtuso, él le pidió firmemente: “que cambie de aire”. Herido en carne viva, mi padre se encerró varios días en su taller y salió triunfante con la máquina de la foto.

De inmediato precisó que esta invención no servía para nada, que su sentido era otro. Se trataba, según los términos precisos de mi padre, de una “máquina para remover el viento”.

Sin duda, se empieza a percibir su genio. Demasiados sabios, filósofos y técnicos han tratado de descubrir cosas útiles para la humanidad. La inutilidad se ha encontrado siempre en una situación de abandono tan manifiesta que nadie, hasta ese entonces, había juzgado útil preocuparse.

La fuerza de mi padre fue el rehabilitar ese trozo esencial de nuestras acciones.

Es en efecto evidente que la mayoría de nosotros pasamos mucho tiempo ocupando el espacio, agitándonos sin objetivo, hablando sin ideas, sólo por el placer o la costumbre de decir palabras. En suma, pasamos el tiempo complaciéndonos en una forma de insignificancia que utiliza mucho de nuestro tiempo.

La máquina para remover el viento permite todo eso, pero, gracias al progreso de la técnica, sin pérdida de energía.

Es eficaz en los campos y en las asambleas, se la puede llevar a la oficina e inclusive a la casa. Ella hace sola lo que nosotros hacemos cuando nos agitamos para no decir nada, con nuestros argumentos circulares, con nuestros discursos de torniquete y con nuestra pasión común por las ideas de largo espectro.

Mi padre se dedicó únicamente a su nuevo descubrimiento. Inspeccionaba las praderas con su máquina, dando felicidad a los niños e incredulidad a los otros.

Pero nunca se le encontró una falla: la inutilidad es un deporte de combate, no se improvisa.

Christophe de Beauvais, Crónicas minúsculas, Mundos de antaño. Mi padre, ese héroe
[Rabat, 2016]
Traducción al castellano de Mariella Villasante Cervello con la colaboración de Guillermo Nelson Peinado

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