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Doña Rufina Manzano & Rodolfo Flores
 
 
El tigre y la leona
Cuento mexicano recogido en náhuatl por Sybille Toumi de Pury (1979), en la Sierra Norte de Puebla. La narración, en boca de Doña Rufina Manzano, ha sido ilustrada por Rodolfo Flores en Guerrero en el mismo año y editado en video por Duna Troiani (2019). Nepantla presenta, el video y los amates originales acompañados de la historia de Sybille de Pury, de cómo se realizó este singular proyecto. A continuación, el registro de la voz en náhuatl de Doña Rufina junto a su transcripción, y posteriormente su vertido al francés y al español. Conte mexicain, recueilli en nahuatl de la bouche de Doña Rufina Manzano par Sybille Toumi de Pury (1979) dans la Sierra Norte de Puebla, illustré par Rodolfo Flores dans le Guerrero, monté sous forme de vidéo par Duna Troiani (2019). Nepantla présente ici la vidéo de Duna Troiani, les amates avec, entre eux, l’histoire de ce conte par Sybille, et à la fin le conte dans sa version trilingue avec la version orale en nahuatl de Doña Rufina.
 
 
Pulsar sobre la imagen para ver el video de Duna Troiani (CNRS) Cliquer sur l'image pour voir la vidéo de Duna Troiani (CNRS)
 
El cuento del cuento
El 29 de septiembre de 1978, día de la fiesta de San Miguel, Duna y yo caminábamos por la vereda, hacia el pueblo de San Miguel Tzinacapan. No lo sabíamos entonces, pero cada una de las dos retomaría el mismo camino muchas veces en los próximos años. Un recorrido de una buena hora, en medio de una abundante vegetación tropical, con cafetales y potreros hasta el infinito, bajando hacia la costa atlántica. Es la Sierra Norte de Puebla.

Le conte du conte
29 septembre 1978. Duna et moi, nous allons à la fête patronale de San Miguel Tzinacapan. A pied, par le petit sentier dont nous ne savons pas encore que chacune de nous le reprendra si souvent. Une bonne heure de marche. Une végétation luxuriante, des champs de café, des pâturages, en pente douce comme à l’infini, jusqu’à l’Atlantique, c'est la Sierra Norte de Puebla.

 
 
   
 
En Cuetzalan nos hablaron de Doña Rufina Manzano, muy respetada por su sabiduría terapéutica y conocida por su singular apertura hacia los otros, en una población náhuatl que tiene que luchar para vivir entre los mestizos. Nos indicaron su casa. Tocamos.

On nous a parlé, à la petite ville de Cuetzalan, de Doña Rufina Manzano, très respectée pour son savoir thérapeutique et connue pour sa particulière ouverture aux autres dans cette population nahuatl qui vit dans un environnement non indien dont elle doit se défendre pour survivre. On nous indique sa petite maison. Nous frappons.

 
 
   
 
Ella nos grita desde adentro que entremos. Se ve muy delgada, ya anciana, pero con la mirada perspicaz. ¿Quienes somos para ella? Nos recibe, acogedora, y nos habla de la fiesta y del pueblo, por casi una hora. No cerrará su puerta a otras visitas.

C'est une femme toute mince, déjà très âgée, le regard pétillant, qui nous crie d'entrer depuis l'intérieur. Qui sommes-nous pour elle ? Elle nous accueille, nous parle de la fête, du village, une heure durant. Et ne ferme pas sa porte à de futures visites.

 
 
   
 
Cada una de las dos retornará varias veces a verla. Después, su hija Elena, nos acogería año tras año. En 1979, Duna estudiaba el náhuatl para su maestria. Yo recolectaba cuentos, en el marco de un proyecto común con jovenes del pueblo y la asociación PRADE. Comenzaba también, en esa época, a preparar un léxico dirigido a los futuros maestros de la telesecundaria bilingüe del pueblo que estaba todavía en proyecto. El léxico se completaría en 1982 con la ayuda de uno de los jovenes, Blas Soto.

Chacune de nous reviendra la voir et, par la suite, sa fille Elena nous offrira à chacune une hospitalité constante. En 1979, Duna étudie la langue pour sa maîtrise. Je récolte des contes, dans le cadre d’un projet commun avec des jeunes du village et une association, le PRADE, et je commence à préparer un lexique qui pourra être utilisé dans le futur collège bilingue du village qui est en projet. L’un des jeunes, Blas Soto, m’a aidée à le vérifier en 1982.

 
 
   
 
Doña Rufi habla, cuenta, explica. A lo único que se niega es a repetirse. Y peor si mi memoria falla, en esto es radical. Entonces, cada vez que se puede, la grabo. Ella lo acepta sin problema. El cuento de El tigre y la leona es suyo.

Doña Rufi conte, raconte, explique. La seule chose à laquelle elle se refuse radicalement, c'est de se répéter. Et tant pis si ma mémoire est défaillante, j'ai beau demander, elle ne cède jamais sur ce point. Alors, chaque fois que c'est possible, je l'enregistre. Elle l'accepte volontiers. Le conte Le tigre et la lionne, c'est elle.

 
 
   
 
La lengua se pone en evidencia en los cuentos. Se suceden largas horas de transcripción, ya en la casa. La escucha que falla, las dudas. Mis niños que juegan, que lloran. Replay, replay en la grabadora. El sonido se vuelve más preciso; las palabras, las frases, van surgiendo, el sentido vacila… Algún día habra que revisarlo todo con alguien del pueblo.

La langue se donne dans le conte. Viennent les longues heures de transcription, de retour à la maison. L'écoute défaillante, les hésitations. Les enfants qui jouent, les enfants qui pleurent. Replay, replay. Le son qui se précise, les mots, les phrases qui surgissent, le sens... il faudra tout revoir avec quelqu'un du village, plus tard.

   
 
   
 
En 1979 vivía en Tepoztlán con mi esposo y los niños. Vuelvo varias veces a San Miguel, y también voy al otro lado, a Xalitla, Guerrero, donde se habla una variante diferente de náhuatl. Es un pueblo de alfareros. Son conocidos por los ornamentos de sus ollas con flores de paradiso y pájaros de sueños. En mayo el calor es tan fuerte que hace temblar las formas a la vista. Aun así, los hornos exteriores echan su humo: los de los alfareros y también los de los carboneros.

Cette année-là, nous habitons au Mexique, à Tepoztlan, avec mon mari et les enfants. Je retourne plusieurs fois à Tzinacapan mais vais aussi vers le Pacifique, à Xalitla, Guerrero, où se parle une autre variante de la langue nahuatl. On y compte de nombreux potiers, un art traditionnel connu pour la décoration de ses pots avec des fleurs paradisiaques, des oiseaux de rêve. Au mois de mai la chaleur est si forte que l'air vibre. Pourtant les fours extérieurs fument, ceux des potiers, mais aussi ceux des charbonniers.

   
 
   
 
El arte del amate surgió hace unos pocos años en algunos pueblos de este rincón: San Juan, Ameyaltepec, Xalitla. La gente empezó copiando a los pintores, representando escenas pueblerinas en un fondo de pájaros y flores. Algunos dedicaron a la pintura, otros a su comercialización en las ciudades grandes a pocas horas en camión: la ciudad de México, Cuernavaca o Acapulco no quedaban, pues, tan lejos. Así, en los camiones van y vienen, mientras los familiares ayudan hospedándolos en las ciudades. Hay que inovar en esta tierra tan árida para encontrar de qué vivir e impedir que todos se vayan. Cada semana la bocina del pueblo vocea a los que recibieron una carta del extranjero –generalmente de Estados Unidos–, unas listas interminables.

Depuis une dizaine d’années, à Xalitla et dans quelques villages alentour, certains ont développé la peinture sur le papier artisanal dit amate. Ces peintres représentent des scènes villageoises sur fond de fleurs et d’oiseaux. Leurs voisins iront les vendre sur les marchés d’artisanat : Mexico, Cuernavaca, Acapulco ne sont qu’à quelques heures de bus. Il faut innover pour trouver de quoi vivre sur cette terre aride, et trop nombreux sont ceux qui doivent partir, le haut-parleur du village égraine chaque semaine l’interminable liste des noms de ceux qu’attend une lettre venue des États-Unis.

   
 
   
 
Antes de irnos de París, en 1978, había encontrado un libro que me encantó: L'Ogresse, de Nacer Khemir. El autor, un tunesino y sus cinco hermanas, habían traducido al francés unos cuentos tradicionales. La caligrafía árabe les permitió representar las escenas contadas en los cuentos. ¡Eran unas creaciones gráficas estupendas! Esta obra me inspiró a unir imagen y texto, y fue lo que me condujo a Xalitla.

Avant mon départ de Paris, en 1978, j’avais découvert un livre qui m’avait enchantée, L'Ogresse, de Nacer Khemir. Ce conteur tunisien avait calligraphié en arabe, et traduit, avec ses cinq sœurs, des contes traditionnels de son village. La calligraphie arabe leur avait permis d’enrouler les mots de façon à représenter les protagonistes des contes : des créations graphiques étonnantes. L’envie de faire se rejoindre image et texte m’a conduite à Xalitla.

   
 
   
 
En la Ciudad de México encontré a Alfredo Ramírez, un joven estudiante de Historia de la Universidad Nacional, que me invitó a Xalitla. Allí sus padres me acogieron, con una hospitalidad y una amistad que duraría años. Ellos me presentaron a Rodolfo Flores, de Xalitla, uno de los primeros pintores. Como me gustó mucho lo que hacía con los amates, le propuse el proyecto de juntar imágenes y textos. Sin embargo, tuve que esperar varios años para que ilustrara El tigre y la leona, pues la idea no prendió enseguida. Lo que hicimos, entonces, fue visitar a Doña Lolita.

J’ai rencontré Alfredo Ramirez, un jeune étudiant en histoire, à l’Université de Mexico. Il m’a invitée à Xalitla où sa mère et son père m’ont offert une hospitalité qui durera des années. C’est grâce à eux que j’ai fait la connaissance de Rodolfo Flores. J’ai aimé ce qu’il faisait. Je lui ai proposé : relier paroles et images ? Le tigre et la lionne, c'est lui pour les amates. Mais ce sera pour plus tard, l’idée n’a pas encore germé. Pour l'instant, c'est chez Doña Lolita que nous nous rendons.

   
 
   
 
Por haber vivido una vida con tanta miseria, Doña Lolita me hace pensar en un mecate, de esos bejucos de los que uno no puede prescindir en un pueblo, pues sirven para confeccionar tantísimos objetos indispensables de la vida cotidiana. Ella me cuenta su vida, día tras día. La luz no alcanza a atravesar los juncos descoyuntados de su choza. No hay ningún objeto de plástico, ni siquiera una ollita de cerámica para el café: todo lo que podía ser vendido, su hijo lo vendió.

Au bout d'une telle vie de misère, Doña Lolita ressemble à un mecate, ces lianes dont on ne peut se passer pour réaliser les objets du quotidien. Sa vie, elle me la raconte, jour après jour. La lumière passe difficilement entre les bambous disjoints de sa hutte. Nul objet en plastique, pas même un bol en céramique, tout ce qui pouvait être vendu a été vendu par son fils.

   
 
   
 
El relato de Doña Lolita vale la pena ser difundido. Un editor que tiene una editorial en la capital me lo prometió. Hice la transcripción del náhuatl y la traducción al español, con ayuda de Cleofas, la hermana de Alfredo. Rodolfo hizo el diseño con los dibujos en blanco y negro como lo exigía el editor. Firmamos el contrato, pero lo rompieron, como la última ollita de Doña Lolita. Traté, más o menos, de juntar los pedazos después.

Le récit de Doña Lolita mériterait d’être connu. Un éditeur m'a promis de l'éditer, à Mexico. Je l'ai transcrit et l'ai traduit, avec l'aide de Cleofas, la sœur d’Alfredo. Rodolfo l’a dessiné, en noir et blanc, comme le demandait l’éditeur. Et puis le contrat d'édition a été brisé, comme le dernier bol de Doña Lolita. J'en ai recollé tant bien que mal quelques morceaux par la suite.

   
 
   
 
Una vez, Alfredo me acompañó a Tzinacapan. Me preguntaba cómo se iban a comunicar, vista la diferencia entre las dos variantes de náhuatl que hablaban. Pero sí se entendieron, ¡y muy bien! Se notaba en las risas de Elena y Alfredo. Reirse jugando con el habla es de veras placentero en esa lengua. Surgió entonces la idea de hacer circular el cuento entre los diferentes pueblos. ¿El tigre y la leona, un cuento itinerante? Fuimos a ver a Rodolfo, quizá él pudiera encargarse de las ilustraciones. Y sí lo hizo: las ilustraciones de El tigre y la leona son suyas.

Alfredo m’a accompagnée à Tzinacapan. Se comprendront-ils ? Car, à les écouter, les variantes de la langue semblent si différentes. Mais oui ! C'est dans leur langue que les Nahuatl aiment rire, et les rires d'Alfredo et d'Elena se font écho. L'idée surgit alors : faire circuler Le tigre et la lionne d'un village à l'autre, dans leur langue. Un conte itinérant. Je vais aller voir Rodolfo, il pourrait l’illustrer.

   
 
   
 
Un cuento itinerante... Duna retoma la idea. Ella hace las fotografías de los amates, extrae diversos elementos y los organiza en un diaporama, para que los ojos recorran las imágenes mientras se escucha la voz de Doña Rufi. El diaporama del cuento en nahuatl es de ella.

Duna l’a reprise, cette idée. Elle photographie les amates, en isole des éléments et les organise dans un diaporama, pour que les yeux entrent dans les images pendant qu’on entend la voix de Doña Rufi. Le diaporama en nahuatl, c'est elle.

   
 
   
 
Salimos para Xalitla en camión, cargadas de paquetes como los vendedores de amates, pero en la dirección contraria. Llevábamos una sábana matrimonial de color blanco, mecates, 50 metros de cable eléctrico, la grabadora, amplificadores, un proyector de carrusel de diaporama con las fotos bien ordenadas.

Nous partons pour Xalitla, en bus, tout aussi chargées de paquets que les commerçants d'amates que nous croisons dans l’autre sens : un drap blanc dit "matrimonial", de la ficelle, 50 mètres de fil électrique, un magnétophone, des amplis, un projecteur et le carrousel du diaporama avec les photos bien rangées.

   
 
   
 
Desde la mañana la bocina está difundiendo la noticia: habra dos representaciones seguidas, en cuanto caiga la noche. No sabemos cuantos vendrán. Nos hemos instalado en el camino, próximo a la iglesia, cerca de la casa de los papás de Alfredo y Cleofas, puesto que son ellos los que nos dan la electricidad. La sábana está tendida entre dos espinos.

Depuis le matin le haut-parleur public a diffusé la nouvelle. Il y aura deux représentations, dès la nuit tombante. On ne sait pas qui viendra. Nous nous sommes installées sur un chemin, près de l'église. Le fil électrique serpente jusqu'à la maison des parents d'Alfredo et de Cléofas, le drap est tendu entre deux épineux.

   
 
   
 
Los niños son muy curiosos, van y vienen, divertidos, contando las noticias. Al inicio sólo hay niños, pero poco a poco van llegando los adultos, al parecer, numerosos. No los veo, ¡la noche está tan oscura!, pero se oyen cuchichear, reirse en voz baja. A la mañana siguiente tenemos que irnos temprano. Años después, Alfredo me contaría la emoción del pueblo. En ese momento no me di cuenta. Hay que saber que, en los pueblos, las cosas se expresan a su tiempo.

Les enfants sont très curieux, ils viennent, ils repartent, disent chez eux ce qu’ils voient, et les adultes commencent à arriver, de plus en plus nombreux. Je les entends qui chuchotent, qui rient. La nuit est chaude, si noire, je ne les vois pas. Le lendemain matin, il nous faudra repartir. Des années plus tard, Alfredo me racontera l'émotion du village. Je ne savais pas, nous étions parties trop vite. Il faut prendre son temps, ici les choses s’expriment en temps voulu.

   
 
   
 
Al regreso, nos desviamos un poco para pasar por Santa Ana Tlacotenco, cerca de Milpa Alta, un pueblo náhuatl cercano a la Ciudad de México. Quería mostrarle el diaporama a Don Carlos. La abuela, que soló hablaba el náhuatl, se había ido poco antes. Se veía que en el pueblo la lengua se iba perdiendo. Los jovenes adultos ya no la hablaban, sólo la entendían, y los niños, nada. Don Carlos expresó algo de tristeza al escuchar el relato de Doña Rufi en su propia lengua, esta lengua que tanto quería. Algunos días despues estábamos en San Miguel, donde le mostramos el diaporama a Doña Rufi en su casita. Como llovía sin parar, en el pueblo nos propusieron hacer la proyección pública en la iglesia… a los pies de San Miguel.

Nous avons fait un petit détour par Santa Ana Tlacotenco, un village nahuatl tout proche de Mexico, pour montrer le diaporama à Don Carlos. La grand-mère les a quittés il y a peu, elle qui ne parlait pas espagnol, seulement nahuatl. Pourtant, au village, les jeunes adultes sont maintenant nombreux à ne plus parler la langue. Quant aux enfants, c’est pire. Don Carlos écoute la voix de Doña Rufi avec tristesse. Quelques jours plus tard, à San Miguel, nous avons montré le diaporama à Doña Rufi dans sa petite maison. Vu la pluie incessante, on nous a aussi proposé de le projeter dans l'église… sous la statue de Saint Miguel avec, à ses pieds, le serpent qu’il a terrassé.

   
 
   
 
Duna piensa que para que haya mejor difusión, se necesita una versión del diaporama en español. Retoma la transcripción y la traducción, con la ayuda de Elena Islas, la hija de Doña Rufi, y de Eliseo Zamora, su propio hijo. Cuando está listo, Yolanda Arguera, que vive en San Miguel, acepta grabar el texto en español. Duna añade un poco de música xochipitzahuac al final, puesto que no se puede imaginar en la Sierra una fiesta sin este tipo de baile. Ella lo presentaría varias veces en Francia en diferentes instituciones y escuelas. El diaporama en español es de ella, así como el video que pusieron en línea en el sitio del Sedyl en 2019.

Duna pense que, pour que le diaporama soit diffusé, une version espagnole est nécessaire. Elle reprend le tout et en refait la transcription et la traduction en espagnol avec l’aide d’Elena Islas, la fille de Doña Rufi, et d’Eliseo Zamora, le fils d’Elena. Elle demande à Yolanda Arguera, qui vit à San Miguel, de dire le texte. Elle insère même à la fin du conte la musique d’un xochipitzahuac, car une fête sans danser sur cette musique n'est pas imaginable dans la Sierra Norte. Elle le présente aussi à Paris à de nombreuses reprises. Le diaporama en espagnol, c’est elle, ainsi que la video qu’a mis en ligne en 2019 le site du Sedyl.

   
 
   
 
¿Qué noticias hay sobre el náhuatl en el 2019? En Xalitla, ya no se habla, sino entre muy escasas personas. En Santa Ana, la situación parece idéntica, aunque los habitantes han organizado cursos públicos para enseñársela a los jóvenes que lamentan su desaparición. No se sabe si con eso es suficiente. En San Miguel la lengua va bien, hasta parece que ganó vitalidad, a pesar de que numerosos jovenes tuvieron que buscar trabajo afuera –en las ciudades o en los Estados Unidos. Los que se quedaron han estado muy activos en sus diversos proyectos y los resultados son tangibles.

Quelles sont les nouvelles de la langue en 2019 ? A Xalitla, on ne la parle plus. A Santa Ana, la situation serait la même si les habitants du village n’avaient mis en place, depuis quelques années, des cours pour l’enseigner à ceux de la jeune génération qui en regrettent la disparition. L’action sera-t-elle suffisante ? A San Miguel, la langue va bien, il me semble même qu’elle ait gagné en vitalité. Bien des jeunes ont dû quitter le village pour trouver du travail en ville ou aux États-Unis. Mais ceux qui ont pu rester se sont montrés très actifs, les projets sont multiples et les réalisations tangibles.

   
 
   
 
Escucho la voz tranquila de Doña Rufi. Me hace volver. De ella aprendí mucho de lo poco que sé. Es por eso que lo que escribí sobre las palabras y las tradiciones, lo he dedicado a su memoria. Aún a su edad, le gustaba llenar su chiquihuite de ropa e ir a venderla en los ranchos aislados. A pie, por los senderos, por las veredas. Libre. Ese día me había dejado acompañarla. Al regreso, muy cansadas, nos sentamos al lado del camino, a la salida de Cuetzalan, esperando un transporte. En este momento valoré la sensación, el gusto de sentarse sobre la tierra. Y era la primera vez que observaba al mundo a través de los pies de la gente, que iban y venían frente a mi mirada, lo que solo es posible cuando uno se sienta sobre la tierra. Entonces Doña Rufi habló. Me dijo que la tierra, a quien pedía disculpas cada vez que la pisoteaba, debía dar la bienvenida al recién nacido antes de que cualquier ser humano lo tocara ¡y no importa si su cabecita resuena cuando choca con el suelo! La tierra que desfloramos con el azadón –y los pliegues de la siembra que parecen una serpiente–; la tierra sobre la cual un nahua, en su última hora, pide que lo acuesten para que ella se lo trague. El tigre y la leona para mí, es ella.

La voix tranquille de Doña Rufi me ramène aux premiers jours. J'ai appris d’elle, beaucoup du peu que je sais. C’est pourquoi, ce que j’ai écris sur les mots et les traditions nahuatl, c'est à sa mémoire que je l’ai dédicacé. Elle prenait parfois sa hotte, pleine des vêtements qu'elle allait vendre dans les villages et ranchos isolés. A pied, par les sentiers, les raidillons. Elle en avait encore la force, elle aimait cette liberté. Ce jour-là, elle m'avait laissé l'accompagner. Au retour, épuisées, nous nous sommes assises par terre, à la sortie de Cuetzalan, pour attendre un transport. Je n'avais jamais vu le monde de cette façon, à travers des pieds qui allaient et venaient sous mes yeux. Quel soulagement quand nous nous étions assises par terre. Elle m'a alors dit la terre à qui elle présentait ses excuses quand elle la foulait, la terre qui devait accueillir le nouveau-né avant même qu'aucune être humain ne le touche -et tant pis si sa petite tête résonne en touchant le sol !–, la terre qu'on déflore avant les semailles –et le labour doit prendre la forme d'un serpent–, la terre sur laquelle l'agonisant demandera à être couché à sa dernière heure pour qu'elle l'avale. La lionne et le tigre, pour moi, c'est elle.

   
 

 
 
Sybille de Pury, Le conte du conte
[Marseille, 2019]
Correction stylistique de l'espagnol : Ónix Acevedo Frómeta
 
 

 
 
Audio en voz de Doña Rufina Manzano
 
 
In tigre ihuan leona
   
 

Se okichpil semi pili kikaujteuj imama uan ipapa que mikik, uan mokâuak huérfano, uan nen ipadrinos amo kipiyayaj pili, inselti katka n'ipadrinos. Entonces nen okichpil okuikak nen n'imadrina uan n'ipadrino kikuik. Yejuan kiyaujtokej para kipiyaskej in kalijtik kemej n'ikoneuj. Uan tanto kitâsojtayaj ken yejuan amo kipiyayaj se pili, semi kitâsojtayaj nen okichpil. Kiskaltijkej. Después de ueyijtsin ya, kipiyaya como cosa de majtakti xiuit, kiluia n'ipapa:

- Papa,axka niueyi ya! Nimoskalti ya! Ueyi Dios que nannechiskaltijkej. Namejuan nannechkîxtito in tiopan para nannechtaneltoktijkej que onkak Dios. Uan nanmokaujkej como de veras nannopapa. Nannechiskaltijkej. Yekintsin nikneki xinechkouili se tepostatoponiloni uan se nopistola. Uan nikinkouati seki itskuimej tein uejueyi, tein de kuali clase para nikalakis itech in kuaujta uan nikuitiuj in kuaujtanakat. Porque n'itskuimej tein tatokani kintsitskiaj n'okuiltsitsin para tikinkuaskej. Uan nikuelita ninemis itech ne kuaujyo , kampa uejueyi kuaujyo nikalakis.

- Bueno, hijo, nochin tein tiknekis, sayo xitajto uan timitskouiliskej. Tejuan tiyetokej para timitsiskaltijkej porque titokenêtsin. Uan timitsiskaltikej para timitstekipanoskej uan in tej tikilnâmikis. Tiyetokej para timitstakouiskej.

Bueno. Kikouilijkej n’icarabina uan kikouilijkej n’ipistola. Uan después ne okichpil kîsak uan kiniyoleuak okseki okichpipil. Kinitato nen okichpil n’ikniuan maj mosentilijkan. Uan yatij ne itech ueyi kuaujyo. Youij tatokatij kintêmotij n’okuilsitsin, mapachin, tein yeski. Nochin uelik masât, nochin onkak.

- ¡Miyak tatapiyal onkak itech nejon kuaujyo uan tikinmiktiskej!

Bueno. Uan kitakamatkej nen okichpipil uan se yajkej mosentilijkej makuilimej. Uan peujkej yauij.

Pero después kimatik ya nen ipapa in nen huérfano kikalaki itech ueyi kuaujyo. Uan kijtoa:

- Ay Dios, ¿keyej nijkouili nen? Nimokâuak niconforme de que nikouas n’ipistola uan n’icarabina uan nen itskuimej, kuajkuali itskuimej, ¡pues yejuan yauij kitojtokaj nen okuiltsitsin! Uan no yas n’okichpil kampa mero ouijkan. Uan ompa yetok in tigre uan in leona, ¡kikuatij nopili! Uan nochin nen muchachos kinkuaskej porque têkauj, têkuanimej.

Entonces kinânkili n’isiuauj:

- ¡Amo tej xomolui, hijo! Dios kitalnâmikti in tokeneuj. ¿Uan tal vez de nejon motekipanos? ¡Xkâua maj yaui maj moixpetân! Amo no tiknekis tiktekiltis, porque tikiknelia maj tekiti ika salon, maj milmêuati, maj tatâluiti, amo tikneki. Pos xkâua maj yaui.

Bueno. Pues yejuan nen itâtuan mochoktiayaj porque kikneliayaj ne okichpil, ualaya in tayoua uan youi in tônayan. Youak amo ompa nentoya, uitsa kochiki uan sepa tanêsi, sepa yaui itech ne kuaujyo.

Entonces ejkok in tonal de que más ueyi mochiuak ya. Kilia:

- Axkan, papá, nikinaxititi majtaktiomome n’itskuimej, ¡pero kuajkuali itskuime! Uan tinechmakati in tomin para tikintekipanoskej. Uan xketsa se kali kampa yetoskej in tapiyalmej. Uan timakaskej nakat para tomaujke yeskej.

Nochin bueno, nochin conforme n’ipapa.

- ¡Porque nejon leona nentok, uan nejon tigre nentok! Uan tikalakitij más taijtik de ne koujyo, kampa más ouijkan, uan ompa yetokej. una nikintsitskis, nejon nikintistskis.

- ¡Ay hijo, amo xikintsitski porque mitskuas! Amo sepa timitstaskej uan no nochin namechtâmislej.

- Tamo tein techchiuilia, porque primero nan nejon yetoskej in konêmej, yejuan nikinualkuis nen ipiluan, nej achto nikinmiktis têtâtmej.

In tanto miyak veces yajkej uan yajkej hasta que ejkok in tonal monâmikilito in tigre. uan keman kitajkej que uitsa ya, moluijkejn nen okichpipil:

- ¿Uan aman ton tikchichiuaj?

- ¡Uitsa ya uan techtânis ueyi okuilin!

- Titêkotij itech se kuauit uan de ne ajko tiyetoskej, timagaskej in tiros uan tikmiktitij.

Entonces têkokej itech in kuauit, itech uejueyi kuaujmej, têkokej hasta ajko. Uan no têko in tigre. Pero ta ajko den kuauit yaujtoya cuando kikajkâilijkej in tiros ika nen pistol. Uan kimagaskej cinco tiros. Amo uel têkok, pauetsik. Uan de pauetsik, kitemokej uan kikajkâuilijkej más para mikik. Ualajkej.

Mosta sepa yajkej. Uan yauij, uan yauij, uan yauij. Amo no kintsitskia in okseki tapiyaltsitsin sino que têmoaj nen leona. Para amo onkaskia tein yej chiuiliskia daño, para nemiskia libres ya, primero mikiskia tein têkua.

Entonces sepa moaxilijkej. Uitsa ya nen leona. ¡Pero in leona más chikauak! Por que tejkokej itech se kuauit lo más ueyi kampa kajsikej, tein kampa kuali tejkoskej yejuan. Uan uejkapan tikiyajkej, hasta el ultimo, tayolpa.

Uan têko in leona. Uan kinajsiti ya, uan cerca yej yetok para kinkuati. Uan ne okichpipil kitâneujtokej in pistol, nen makuil yajkej, nochin kuikaj ya. Sepa san kitâlilijkej nochin nejon tiros, uan amo kimachiliayaj, más têko. Hasta que ejkok majtakti tiro den pistol, entonces pauetsik.

Uan de pauetsik, yehuan no kitojtokakej uan kimiktijkej, pero yej kimagakej miyak tiros para mikik, uan amo uel mikiya. ¡Más chikahuak que in tigre uan uejueyi!

Entonces amo kichiujkej cuenta. Ualajkej, amo kichiujkej cuenta konêmej. Amo kimatikej kanin yetokej.

Mostika yajkej. Kinajsikej masât iuan mocholtijkej uan no kinimiktijkej tein mero uejueyi. Mokaujka tsiktsitsin. Pero nejon nochin kinimiktiayaj uan kiniualkuiyaj para kinkuaskej. Ka nochin okuiltsin onkak in itech nejon ueyi kuaujyo, nochin uelik para tejuan tikinmaseuaskej.

Uan después kisegirojkej, nenkej uan nenkej hasta kinajsijkej in konêmej de nen leona. Ome. Entonces kintsitskijkej, pos, pilimej amo uel tekichiujkej. Kintsitsijkej, kinualtijkej yoltokej. Uan ejkok ichan nen okichpil, nen tein kitâsojtaj semi. kilia:

- Hijo, ¿tein tikchiujtok? ¿Keniuj tikinualkui nejin tapiyalmej? ¡Uan mitskuaskej!

Pero ne okichpil kitêluiaya que kinmikti nen tênamej tein kichiuaj malos. Para tejuan amo kitapouijkej para amo mouiskia n’ipapá. Entonces kilia:

- Amo ximomoujti, papacito.

- ¡Kipiya de ejkos in tigre uan in leona nikan, uan kitâmitij in altepetl! ¿Keyej tikinualkui in konêmej?

- Tamo ximomoujti, papa, ta yejuan tikinmiktijkej. Nochin tikinmiktijkej ya, tein más ueyi okuilimej. ¡Amo tej ximolui! Tein nikan tikinitskaltitij, uan amo tein kichiuaskej. Entonces por eso nimitsilui xikchichiua se kali kampa tikinpiyaskej in tapiyalmej. Uan axkan xikuiti nen tepos de cadena para ika ilpitoskej nejin tsikitsitsin. Porque in yaskej como amo tikilpiyaj ika cadenas.

Bueno. Pos ne têtât kikouato. De tanto kitâsojtaya n’ipili, amo uel kinimiktilij. Kiniskaltijkej.

Uan ijkon mosta kinimiktiayaj se pitsot o se kuakoe, para nochin nakat kikuaskej in tapiyalmej tein kiuika kuajta kipaleuiaj. Porque nen itskuimej, a la hora de que pauetsi se okuilin, yehuan kitsitskiaj uan, pos, miktiaj. N’itskuimej kimatij de kimikiskej non tapiyalmej n’okseki.

Bueno. Moskaltijkej uan ijkon nemik nen okichpil. Kintekipano n’itâtuan, kinmakaya ne kuaujtanakat. Uan ijkon motekipanojkej miyak xiuit.

Uan después tasemat.

Kiluiayaj:

- Ximonâmikti, maj timitssiuatânij. Pues, xtêmo se siuapil kampa tikuelitas, tein tauelital. Uan tiyaskej tikitânitiuij, uan timitsnâmiktiskej. Porque tejuan amo tiuejkauaj, timikiskej ya, uan tejua timokâuas nikan porque amo tein topili, tejua, sayo tej.

- ¡Nej amo ninâmikke yeski! Nej nikinpiya notapiyaluan uan nej nikua de ne kuaujyo, uan amo nimonâmiktis.

Kemach ijkon panok miyak tiempo.

Ejkok tônal motasemat ne okichpil. Kijtoa:

- ¡Nej amo niyetos in xolal! ¡Nej niokse lado! Niketêmotiuj okse ueyi kuaujyo itech okse punto. ¡Amo nikan ok! Niyouj nikinuika notapiyaluan. Peua kilia n’ipapá:

- Nej niyati. Pero amo namechelkaua, niuitsa, namechkuilis in tomin. Xtekiujtemokan in takeualmej maj tekitikan. Uan niyouj ninemiti porque nitasematika itech in xolal.

Amo kiseliayaj n’itâtuan. ¡Melauj chokaya! Porque ¿keniuj yetotij iniselti? Uan ¡yaui ya nen ikoneuj, uan kitâsojtaj! Pero yej yajki.

Ojtokak eyi tonal uan eyi youal uan para naui kajsito se ixtauat. Se ueyi ixtauat yetok. Yauij uan yauij tapiyalmej, nochin ojtokak. Yej kiniuika nen leona uan nen tigre, pero kuajkuali ilpiatiuij ika teposmekat para amo kichiuaskej daño.

Uan ijkon îxajsij itech nejon ixtauat, yetok se siuapil semi kualtsin.

- ¡Xkita ne! ¡Yetok ne siuapil itech ne ixtauat!

- Ne yetok porque nepa yetok se ât, kihtoa in leona, porque keniuj kininextili tajtoskej, kinojnotsaya. Ne siuapil tokotsyetok porque nepa yetok se ât. ¡Uan ne kikuitij enkintsin! ¡Ximotalo maj timotalokan uan tikmakixtiskej!

Entonces más motaloayaj. Uan kajsito ayamo uitsa nen ton in kitilanati nen siuapil. Kualtsin siuapil porque katka isiuapil in rey, princesa. Kitocaro non tônal de kikuaskia yon koat. Entonces ajsikej uan ompa ijkuin kiyeualojkej nen siuapil in tapiyalmej. Uan nen okichpil kinojnotsak in siuapil. Kiluia:

- ¿Ton tikchiua nikan?

- Tamo tein.

- ¿Uan keyej nikan titokotsyetok?

- Porque in ât yetok. Nikan itech nejin ayeual, porque nikan solo tikuitij ât itech in xolal, porque nikan nochin n’xolal tai n’ât, porque nikan amo kana tai ât sayo nikan. Uan yetok se koat semi ueyi ¡uan mosta kikuas se cristiano, mosta! Como amo kikâuakij in cristiano, kîsas itech nejin ât uan kalakis in xolal uan kikuas in cristianos. Nejin koat yetok itech n’ât kikuas cristianos. ¡Ta nej ekintsin nechekuati!

Entonces tanânkilia in leona:

- ¿Uan keniuj kichiua para uala mitskuikiuj?

- Pos nikan in ome tankayot yetok. Ueyajke ueyajke yetok âîxko. Uan primero kitilânaki n’itilma uan después yaui ya in siuapil, satepa yoyauj kitâliti ompa uan kuika ya. Niyati, nannechistokej nechkuiti.

- ¡A pos, tej amo tiyati! ¿Kemej ton hora ualas?

- Ta yekintsin nechkâuato notâtuan uan yajkej para amo nechitaskej ton hora nechikuati in koat.

- Entonces nej tepitsin nikochiti, porque tejuan tiojtokaj nochin youal, semi nikochisneki. Pero keman tikitas que molînia n’ât, tinechnotsas.

- Kuali yetok, kilia. Pero como tinechmakixti jin tônal uan amo tinechkâua maj nechkua in koat, nimitsuikas kampa tiyouj, uan mouan nimonâmiktis uan neski nimosiuauj.

- Nej amo niktemoa siuat, nej amo nikneki yeski ninâmikke, nikuelita ninemis ika notapiyaluan.

Uan nen tapiyalmej nochin yetokej listos, takaktokej kenime pos nochin kinîxmachti maj tajtokan. Kijtoa in keona:

- ¡Sayo ika nej! ¡Maj ne nechuiki!

Motâlijkej inakasta. Kochik ne okichpil uan ompa yetokej listos. Kochik se rato, como se media hora, tepitsin kochik.

Kitak molînia n’ât –porque ne ât yetok, amo molînia, uan cuando uitsa ya in koat, kipiya de molînia n’ât.

- ¡Uitsa ya! Entonces tiyetokej tilistos.

Cuando peuak molînia n’ât, kitstokej molînia molînia n’ât. Entonces pankîsak uan kitilânak se maleta. Pauetsik. Uan sepa se kitilânak uan kiuikak.

Entonces sepa uitsa para kitemokiuj nen siuapil, uan amo nêsi. Ualtachiya nikampa ken yetok. Entonces uitsa para nikampa. Entonces cuando peuak kimakatij, kitatoponilitiaj de tiros. Miyak kitâlitij para yolik uan yolik amo yajki ok. Ompa ijkon moixkepak, moixkepti ya ijkon. Uan keman peuak moixkepa, mopatauak ya, ueyi itskuinkej n’itskuimej, mokalakikej. Uan tsikuinik in leona, kikuito in tigre, uan kixtijkej.

Kititilaskej ne ixtauat, kitêkato.

- - ¡Nej amo niyas! Como amo tikneki tinechuikas pero nimitsojtokas kampa tiyas, kihtoa in siuapil.

- ¡Pos kema! Tejuan tiyauij. Tejuan tikpiyaj de tikalakiskej itech nen xolal porque notapiyaluan mayanaj uan kipiyaj de takuaskej, uan nej no nimayana.

Pues amo kikâua ne takat maj yaui. Amo mokâua in siuapil, entonces kilia:

- Entonces ¡maj mouan niyouj!

- Bueno.

Yajkej. Ejkokej tatajko itech nen xolal tein nikan kali tajtankej xa kipiyaj se pitsot maj miktikan para takuaskej in tapiyalmej. Kijtoaj que amo kipiyaj, pero kipiyaj touampoyan in pitsomej como kinekij kouatij uan ompa kinitamakaskej. Kijtoaj Bueno.

Entonces ualajkej nochin uan ualaya se tekolnamakake. Uan entonces tak te tachixtoya tal vez kitak, tak têtok nen okuilin, uan yejuan yajkej ya. Entonces kintejtekiti n’itsonteko –kipiyaya chicome itsonteko in koat–, kitekik chicome tsonteko.

Uan kema motapatilito ya uan kipîkik uan uala, yajkej ya ichan rey.

- Xikita, nej nikpaleui mosiuapil porque nej nikmikti nen okuilin, uan nikan nikinualkui in in tsontekomej. Uan ijuak nimonâmoktis mosiuapil, kijto in tekolnamakake.

Pero ne okichpil, ijuak yajkej, kitekili inenepil, uan ne okichpil kuikak inenepil. Pero non tsonteko kikuik in tekolnamakake.

Entonces pâkik in rey de que kitak non tsonteko. De que kinmiktijkej uala tachiyako. Kihtoa:

- Uan siuapil, pos, kitojtokak nejon se takat ne ompaka panok uan kitojtokak.

- Pos, ¡ekintsin tej timonâmikti iuan nosiuapil! Niyauj niktêmoti.

Kemach nen takat kitanauatilito itech ueyi kali, nen okichpil kikinojnotsa maj yaui itech ueyi kali.

- Keye tikmikti koat, bueno pos, iuan tiknâmikti tej, porque tejua tikpaleui nosiuapil. Yekintsin niktemôti uan kipiya de nikajsis. Uan ne takat, akin kiualtojtokak, yekintsin kikuitij uan kalakitij, ¡ne tepanijtik tiktsakuatij!

Uan yajkej ya ne kitato ne okichpil. Kikuito primero in siuapil. Uan después konkuij ya nen okichpil para kitsakkuaskej.

Uan kikaktokej nen tapiyalmej. Kijtoa in leona:

- Sayo ximototekan, ximatokakan, ¡sese mait sa namechmakati uan nikan onka! ¡Bastaroa que nejua, san amo nochin!

- Pero como tinochin, tikalakij nochin in xolal!

Pero amo kikaujkej maj kuika ya, amo kikaujkej. Entonces kijtoa in okichpil:

- ¡Amo! Nej niyouj uan nikmatiti.

- ¡Pos amo tiyas! Porque como tiyouh, tejuan tikpiyaj de tikalakitij in xolal uan tikmiktitij in tokniuan. ¡Sese mait sa tikinmakatitij, nejua uan in tigre, taman kan n’itskuimej!

- Entonces mosta nimotêmaktis. Xyakan. Ekintsin, amo. ¡Nisiyoujtok, semi nisiyoujtok! Nikochiti porque kintamakati ok notapiyaluan. pero mosta nimopresentaros noselti.

Bueno.

Pero in rey yolisiui, pâki que ne isiuapil kitstok.

- Pos ekintsin tanonotsato maj ekintsin monâmiktikan.

Uan kijto in siuapil:

- ¡Amo nimonâmiktis!

- Pos ¡timonâmiktis! Nejuan nikmati, nejua nimopapá, in amo okse

Uan yajki. Ijuak monâmikti imostoka, amo kimaka n’imai de monâmiktia.

- Nikan tinechnâmiktia pero in amo nonâmik, porque in akin nikuis in akin kimikti nen.

- Pos, a ver. Xkuiti maj uiki tanojnotsaki, pero amo kikâuaj n’itskuimej.

Entonces monâmikti. Hasta n’ikniuan de nen tekoltanamakaske ualajkej nochin. Kichiujkej iluit, keme axkan monâmiktijkej, uan mochihuak iluit in youak.

Uan mostika motêmakti in okichpil kuailkak. In leona amo kinekik mokâuas.

- Ikintsin nitakualtiliti nen ueyi kaltampa nechtajtoltiti como mitstsakua.

Yej sayo takaktinemi, entonces uala in rey uan kinojnots in okichpil. Kilia:

- ¡Yekintsin nikan timokâuati, yekintsin amo tikîasa itech nejin xolal!

- ¿Keye?

- Pos amo tikîsas porque n’ât uakiti. Uan como uaki n’ât, mosentech mokâua de tikalakis in ât. A ver ¿kan tikuiti, kan tiualkuis in ât? Porque como amo, timikitij de âmik amo ka tein

- Kuali yetk, nimochiya.

Sayo ijkon mokâuajkej.

Pero después yajki in okichpil ichan rey, uan kiluia:

- Xkita, señor rey, tatayekankauj, nej niyetoto sayo kemej kuali noyolo. Pero kemej nikinpiya in tapiyalmej, como tein san moneki, uan ,ikpiya in tapiyalmej para nikuitiyuj in ât. Pero amo niexigente kename tekolnamakake uala maj iuan xnâmikti mosiuapil. Porque amo yejua kimikti. Nikmikti nejua uan in leona. Nochin in tapiyalmej kikixtijkej. A ver ¿in tekolnamakake keniuj tikilânak in yej ox kixikoskia? ¡Uan xinechchiuili in kaultakayot semi ueyi que xiknotsa in tekolnamakake! Nikneki no iuan nitajtos keme tej mitskayauako.

- ¿De ton nechkayauako?

- Keyej tikinselili in tsontekomej, como melauj kimikti, ¿kanin kipiya nenepilmej? Porque tejuan tiualajkej, nikâuak in siuapil, niktitânik maj uiki n’ikalijtik. ¡Amo kinekik, yajki touan! Nej amo niknotsak, amo niuala nimonâmiktito. Nej ni youj okse lado. Pero nikneki xiknotsa nejon tekolnamakake.

- ¡Yekintsin!

Pos ompa yetoya. Kinotskej. Kiluia:

- ¿ Ta keyej tikayaua nikan señor rey que tej tikmilti? ¿Ton ika tikixti in koat? ¿Keniuj kîsak? ¿Ox tejua tiktsitsikito uan ox tiktilânak? ¿Sayo maj kiîxejekokan ox tikxikoskia ueyi tapiyal? ¿Uan keye tikintekili in tsontekome? ¿Kan tikpiya nenepilmej? Como tikmikti tejua, tikpiya de tikpiyas in nenepilmej de ne tapiyal. Pos, ¡nej nikintkilili!

- Tamo nikmati kox kipiya inenepil.

- Entonces ¿keniuj in takua como amo kipiya inenepil? Nochin in tapiyalmej, más que tsikitsin okuiltsin, kipiyaj inenepil para takuas, pues ¡in ueyi tapiyal kename kipiya inenepil!

Entonces kikixti ya yej.

- Nikan yetok nenepilmej. ¡porque nejua nikmikti! ¡Notapiyaluan kikixtikej!

Cholo, cholo in tekolnamakake, hasta se ikniujsiuat ompa yetoya. Yajkej mokalakito itech se cueva.

Nânkilia:

- Pos uala ya nen siuapil.

Kilia :

- ¡Yejua yin iuan nimonâmiktis! ¡Ne amo notakauj porque ne amo nitanânkil! Seko tinechuikak porque tiknekik. Pero, para nej, niknotsaskia ne takat, ¡amo niknotsaskia! Nikpiya de niktojtokaskia nejin okichpil, ¡yejua iuan nimonâmiktis! ¡Yekintsin kema nimonâmiktis iuan!

Entonces kichiujkej se ueyi iluit, mostika kichiujkej se ueyi iluit. Monâmiktijkej yejua iuan siuapil nen okichpil. Uan nen tapiyaltsitsin n’okse kali kinchiuilijkej. Kintanilijkej tatsotson para non iiluiuj.

Porque antes de ualaskia n’okichpil, ijuak mochihual in takual de n’okse, ualaj in leona uan in tigre, uan kikuito in tapalol para takuaskia in okichpil. Uan kijtoa in leona :

- Amo ni uala porque techmakato in siuapil. pero cmo amo ualaskia, niualaskia uan nej nikan nimelauaskia. ¡Pero yej amo tikâuaskej xkiluikan tein san! ¡Tejuan tiyetokej! Yekintsin niyouj niktêmoti in tekolnamakake. Ajsik ompa uejka itech se tekonijtik motatito iuan ikniuj. Uan ekintsin nikinajsiti. Sese mait sa nikinmakati uan aompa nikinkâua.

Kinimiktito uan ijuak sepa uala. Mijtotito ne itech in baile. Uan amo melauj uâkik in ât. Sayo kinkayauaya, amo kema uâkik in ât.

Por fin ompa motekipano yon okichpil. Kichixtoya ton tônal uâkis in ât, uan amo kema. Ompa pâktoya ichan in rey. Kinitekipanojkej, in tapiyalmej yajya nemiti keme ipa yej kimatiya, yajya itech in kuaujyo uan in yetoya iuan isiuauj.

Uan ejkok tônal n’imonnan ueyi katka, xiue ya katka, uan kiajsis kokolis, uan amo tein têtapjti, uan yati para mikiti. Kiluia in leona:

- Nej ekintsin niyati. Amo xtasematikan. Nej niyouj nikalakati in kuaujyo hasta kampa nikajsis noueyinan oso noueyitât. Yejuan nechmakaj pajti para monan. Uan yajke in ome.

- Pero amo tein tikchiuati porque ne kokoxke tikajsikiuij. Uan tiyauij, ekintsin tiyauij.

Uan kiajsik n’iueyinan uan n’iueyitât, uan kinimakakej in têpajti para kipajtiskej n’imonnan.

Uan entonces niuala uan yejuan ompa mokaujkej.

 
 
Transcription du nahuatl : Sybille de Pury
[Tepoztlan, 1979 / Marseille, 2019]
 
 
   
 

 
 
El tigre y la leona
   
 

Un muchacho perdió a su mamá y a su papá cuando todavía era pequeño, quedó huérfano. Sus padrinos, como no tenían hijos y estaban solos, se lo llevaron a vivir con ellos y lo trataron como a su proprio hijo. Ya que no tenían hijos, lo querían todavía más. Lo criaron. Creció, tenía como diez años cuando dijo a su papa:

- Papá, he crecido, ahora ya estoy grande. ¡Gracias a Dios, ustedes me criaron! Me llevaron a la iglesia para que creyera que Dios existe. Fueron conmigo mis verdaderos padres. Ustedes me han educado. Ahora quiero que me compren una carabina y una pistola. Compraré perros, grandes y de buena clase, para llevarlos al monte y traer carne de monte. Porque los perros corretean y agarran animales que podemos comer. Además me gusta ir al monte y adentrarme en lo más profundo.

- Bueno hijo, todo lo que quieras, no más dinos y te lo compraremos. Aquí estamos para criarte porque eres nuestro hijo. Te criamos para ayudarte, recuérdatelo. Aquí estamos para comprártelo todo.

Le compraron su carabina y su pistola. Después el joven salió y animó a unos muchachos. Fue a ver a sus compañeros y les pidió juntarse para ir al monte. Van a cazar, van a buscar animales, mapachines y todo lo que sea venado. ¡Hay de todo!

- ¡Abundan los animales en ese monte! ¡Mataremos algunos para comer!

Los muchachos fueron de acuerdo y cinco se reunieron. Empezaron a ir. Pero luego cuando el papa del huérfano se enterró de que se había metido a lo más profundo del monte, dijo:

- Ay Dios, ¿por qué haberle comprado eso? Yo me quedé conforme de que le compraría esa pistola y esa carabina y también esos perros, perros buenos para cazar animales salvajes. ¡Pero ahora el niño quiere ir donde es lo más feo! Allá están el tigre y la leona y van a comer a mi niño. Van a comer a todos los muchachos! Son fieras, se comen a la gente! y ahora que vamos a hacer?

Entonces le contestó su mujer:

- No te mortifiques, hijo! Dios hizo que nos preocupáramos por este niño y quizas pueda mantenerse así. Déjalo que vaya y se despierte! Tú no quieres que él trabaje, te da lástima que él trabaje con el azadón, no quieres que labre y trabaje la tierra, ¡Pues, déjalo que se vaya!

Pues, los padres se preocupaban mucho y lloraban al ver a su niño andar de noche y de día. Es que, la verdad, no andaba de noche sino que regresaba para dormir, pero al amanecer volvía al monte.

Entonces llego el día en que ya más grande, les dijo:

- Papá, ahora tengo doce perros, ¡y de los muy buenos! Denme dinero para poder mantenerlos, y construirlos una casa. Les daremos carne para que esten fuertes.

Todo está bien. El papá está conforme con todo.

- Ya que esa leona y ese tigre andan por allí, vamos a meternos en lo más profundo del monte, donde está más feo, porque es allí donde están. Y quiero agarrarlos.

- ¡Ah hijo, no los agarres porque te van a comer! ¡Ya nunca más te veremos y será el fin de todos nosotros!

- ¡No nos van a hacer nada! Sólo quiero traer a sus hijos que son cachorros, pero antes yo habré matado a los padres.

Fueron y fueron tantas veces que un día se encontraron al tigre. Lo escucharon acercarse. Los muchachos pensaron

- Y ahora, ¿que vamos a hacer? ¡Ahí viene, nos va a agarrar! ¡Ese animal es enorme! Subamos a un árbol y desde ahí disparémosle y matémoslo!

Entonces se treparon a un árbol, en grandes árboles, hasta arriba. Pero también subió el tigre. Como estaba llegando a la mitad del árbol, le dispararon, cinco tiros. No pudo subir más, cayó. Al verlo caído, los muchachos bajaron y le dispararon más tiros para que muriera. Regresaron. Al otro día, volvieron. Y caminan, caminan, caminan. No querían agarrar a otros sino a la leona, para acabar con ese animal dañino. Para vivir libre, primero hay que matar a la fieras. Entonces, una vez más la encontraron.

- ¡Ahi viene! ¡Ya está!

Pero la leona es aún más fuerte. Treparon entonces en el árbol más grande que pudieron encontrar. Subieron tan alto hasta la cima. Pero la leona trepó también. ¡Los alcanza ya, está cerca, a punto de devorarlos! Pero los muchachos habían pedido prestado pistolas, cada uno de los cinco llevaba un arma. Dispararon al mismo tiempo, pero la leona no sentía los tiros y subía cada vez más. Hasta que le dieron diez tiros, entonces cayó. Y apenas cayó, los muchachos bajaron para rematarla. Le dispararon muchos tiros para que se muriera. Aún así no moría. ¡Era más fuerte que el tigre! ¡Y más grande!

Entonces los muchachos volvieron a casa, no se preocuparon de los cachorros porque no sabían dónde estaban. Al día sigiente volvieron al monte. Se toparon con venados que huían al verlos. Disparaban sólo a los adultos, dejaban vivos a los pequeños. Aquellos que mataban, se los llevaban para comer. ¡Cuantos animales hay en ese monte! ¡Y buenos para comer! Después, siguieron andando y andando hasta que encontraron a los hijos de la leona. Como estaban cachorros no podían hacer nada, entonces los agarraron y se los llevaron vivos a la casa.

Cuando el muchacho tan amado por sus padresvolvió a casa, su papá le dijo:

- ¡Hijo! ¿Que estás haciendo? ¿Por qué traes esos animales? ¡Te van a devorar!

Pero el muchacho le explicó que habían matado a sus padres, los que eran tan feroces. Le contó todo para que no se asustara.

- ¡No tengas miedo, papacito! le dijo a su papá.

- ¡Van a llegar aquí el tigre y la leona y acabarán con todo el pueblo! ¿Por qué has traído esos cachorros aquí?

- No te espantes, papá, si ya los matamos. ¡No te preocupes! A esos cachorros los vamos a criar y no nos van a hacer nada, es por eso que te pedí hacer una casa donde guardarlos. Tráeme una cadena de fierro para amarrar estos cachorros, porque si no los amarramos, se escaparán.

Bueno pues, el padre quería tanto a su hijo que no pudo matar a los cachorros y fue a comprar la cadena.

Los criaron. Y así es como todos los días mataban un puerco o una vaca para que los animales comieran carne. El muchacho llevaba sus perros al monte para ayudarlo ya que, al encontrar un animal, lo atrapan y lo matan. Sus perros, bien que sabían cazar otros animales.

¡Bueno! Crecieron. Y así anduvo el muchacho manteniendo a sus padres gracias a la venta de carne de monte. Así vivieron cierto tiempo, pero luego el aburrimiento llegó. Sus padres le decían:

- Cásate ¡te pediremos una mujer! Pues búscate una muchacha que te guste, y nosotros iremos a pedirla, te casaremos. Nosotros no tardaramos en morirnos y tú te quedarás aquí sólo.

- ¡A mí, no me han de casar! Tengo mis animales como de lo que hay en el monte, no necesito casarme.

Paso todavía más tiempo y el muchacho se aburría mucho, penso: ya no quiero quedarme en el pueblo, me voy a otro lugar, a buscar más espacio salvaje, aquí ya no. Me voy con mis animales. Se le dijo a su papá:

- Yo me voy, pero no los olvidaré, volveré con dinero. Busquen alguien para que les ayude. Y yo les traeré el dinero. Me voy porque me aburro en el pueblo.

Sus padres no lo dejaban, de veras lloraban. ¡Cómo van a quedar solos, ya que se va su hijo que tanto quieren!

Pero el muchacho se fue de todos modos. Caminó tres días y tres noches, y al cuarto día llegó a un potrero grande. Lo acompañaban sus animales, y todos caminaban. Llevaba a la leona y al tigre, pero bien amarrados con cadena para que no hicieran ningún daño. Y, en el potrero, encontró a una muchacha muy bonita.

- ¡Mira! ¡Hay una muchacha en el potrero!

- Ella está ahí por el agua, le respondío la leona, a quien él había enseñado a hablar para que pudiera expresarse. Esa muchacha está sentada ahí, porque ahí está una poza. ¡Y ahora mismo se la llevarán!

- ¡Corre! ¡Corramos! ¡Vamos a salvarla!

Entonces corrieron a toda prisa y la alcanzaron antes de que llegara lo que le iba a jalar. Bonita era esa muchacha, era la hija del rey, la princesa. Había llegado el día en que la comería la víbora.

Entonces llegaron ahí, los animales rodearon a la muchacha y el muchacho le preguntó:

- ¿Que haces aqúi?

- -¡Nada!

- ¿Por qué estás sentada aquí?

- ¡Por el agua! De esta poza venimos a sacar el agua para el pueblo. Y aquí vive una víbora muy grande que todos los días se come a alguien y si no le traemos a nadie, sale del agua y entra en el pueblo para comerse a todos. Esa víbora que vive en el agua come a la gente. ¡Y ahorita me va a comer, a mí! Entonces le preguntó la leona:

- Y ¿cómo hace para jalarte? Sobre el agua, hay dos vigas muy largas, y en el medio del larguero se déjà la ropa de la muchacha, toda su ropa. La víbora primero viene a jalar la ropa, luego la muchacha se pone ahí, entonces ya se la lleva.

- ¡Ahí voy! ¡Ya van a ver cómo me lleva!

- Ay pues ¡no vayas! ¿Como a qué hora viene?

- Acaban de dejarme mis padres. Se fueron porque no querían ver cuando me venga a comer la víbora.

- Entonces yo voy a dormir tantito, nosotros caminamos toda la noche y tengo mucho sueño, pero cuando veas que se mueva el agua ¡despiértame!

- ¡Está bien! dijo, pero si me salvas hoy y no dejas que me coma la víbora, te seguiré a donde vayas. Contigo me casaré y seré tu esposa.

- ¡Yo no busco mujer! ¡No quiero casarme! A mi me gusta andar con mis animales. Todos los animales están listos, lo están oyendo todo, pues él les enseño el habla. Dice la leona:

- ¡Conmigo basta! ¡Qué venga, y ya verá! Los animales se sentaron al lado de la muchacha. El muchacho durmió mientras ellos están listos allí. Durmió un rato, como media hora. Nada más durmió tantito. Vieron que se movía el agua (como es un agua que no se mueve, cuando viene la víbora tiene que moverse).

- ¡Ya viene! ¡Entonces estamos listos!

Comienza a moverse, están pendientes, observando el agua que se mueve, y sí se mueve. Entonces salió, jala una de las maletas, se sumerge de nuevo, luego vuelve para jalar la otra. Ahí está de regreso, esta vez para buscar a la muchacha. ¡Y qué no aparece! La busca. Entonces se dirige hacia donde está. Justo en este momento el muchacho empezó a dispararle, tantos y tantos tiros que la víbora se detuvo. Ahí se volteó así, dio una vuelta así. Luego se volvió a voltear y se estiró. De un salto, los perros se metieron al agua. La leona brincó también, el tigre agarró la víbora y la sacaron. La arrastraron y la acostaron en el potrero.

- ¡Tú ahora eres libre! ¡Vuelve a casa! ¡Vete a alcanzar a tus padres!

- ¡Yo no voy! ¡No iré a casa! Aun si no quieres llevarme, te seguiré adonde vayas, dijo la muchacha.

- Bueno pues, nosotros nos vamos. Tenemos que entrar al pueblo, porque mis animales tienen hambre y tienen que comer. Y yo también. Pero la muchacha no quería que se fuera el hombre. Le dijo:

- ¡Entonces me voy contigo.

- ¡Bueno!

Se fueron. Llegaron al pueblo. En la primera casa preguntaron si tenían un cerdo y si podían matarlo para que comieran los animales. Contestaron que no tenían pero le indicaron donde podían conseguir uno y comprarlo. El muchacho contestó que está bien. Fuero todos.

También había un carbonero que había visto todo, quién sabe si espíandolos. Y, cuando los otros se fueron, entonces le cortó las cabezas puesto que la víbora tenía siete, le corto las siete y las envolvió, luego fue a cambiarse y se fue a buscar al rey.

- ¡Mira! yo fui el que salvó a tu hija matando al animal, aquí te traigo las cabezas. Así es que me voy a casar con tu hija, dijo el carbonero. Pero el muchacho, antes de venir, había cortado las lenguas y se las había llevado con él. El carbonero sólo había llevado las cabezas. Cuando vio las cabezas, el rey se alegró de que la hubieran matado.

- ¡Tu hija! un hombre que pasaba por allá la siguio. ¡Y de veras la siguió!

- Pues ahora mismo, tú te vas a casar con mi hija. ¡La voy a buscar! Bueno, matando a la víbora, salvaste a mi hija. Te quiero casar con ella. Ahora la voy a buscar, tengo que encontrarla. Y al hombre que la siguió, vamos a buscarlo para encerrarlo en la carcel. Trajeron primero a la muchacha, luego quisieron traer al muchacho para encerrarlo. Pero los animales estaban oyendo.

- No más acérquense y agárrenlo, y les daré un manazo y ¡aquí se queda! ¡No más yo! No necesito de los demás. Y si vamos todos ¡acabaremos con todo el pueblo!

No dejaron que se lo llevaran a la cárcel, no lo dejaron. Entonces el muchacho dijo:

- ¡No! ¡Yo quiero saber!

- ¡Pues no te irás! dijo la leona. Si vas, nosotros entraremos en el pueblo y mataremos a todos, ¡y con sólo un manazo que le daremos con el tigre, y aparte los perros.

- Me presentaré mañana al palacio, ahora no. ¡Váyanse! Estoy cansado, muy cansado, quiero dormir. Que les den de comer a los animales. Mañana me presentaré solo. Bueno. Pero el rey tenía prisa. Era feliz de ver a su hija y se fue a arreglar en seguido el casamiento. Dijo la muchacha:

- ¡No me quiero casar!

- Pues ¡sí! Te casas. ¡Yo soy tu padre! ¡y nadie más!

Se fue. Cuando, al día siguiente, se casaron, ella no le dio su mano al hombre, como aquí siempre se hace.

- Ahora me estás casando, pero ése no es mi esposo porque, él que cogí es él que mató a la víbora.

- Pues ¡a ver! ¡Qué vayan a traerlo! ¡Qué venga, pero sin los perros!

Sin embargo la boda tuvo lugar y los familiares del carbonero fueron. Festejaron, como se hace aquí cuando se casan, festejaron pero de noche.

Al día siguiente, se entregó el muchacho, pero no quiso quedarse la leona:

- Ahora voy a aclarar las cosas en el palacio.

- ¡Si te encierran, conmigo tendrán que explicarse!

Cuando vinó el rey para platicar con el muchacho

- A partir de ahora te vas a quedar aquí, ya no vas a salir del pueblo.

- ¿Y por qué?

- Ya no saldrás por si se seca la poza. Si se seca, deberas traerla. ¿Quién sabe de dónde irás a sacarla? Si no hay agua, moriremos todos de sed.

- Está bien, me espero.

Nada más en eso se quedaron. Pero tiempo después, el muchacho volvió al palacio. Le dijo:

- Mira, señor rey, me quedo nada más porque mi corazón está bien, y si se necesita traer agua, yo tengo los animales para ayudarme. Yo no soy exigente como el carbonero que vino a casarse con su hija. De hecho, él no fue el que mató a la víbora. Fui yo, con la ayuda de a leona y de mis animales quienes la sacaron del agua. Aver ¿cómo iba poder sacarla ese carbonero? ¿Habría tenido las fuerzas suficientes? Hágame un favor, haga llamar al carbonero. Quiero saber ¿cómo ha hecho para engañarlo?

- ¿Y cómo me engaña a mí?

- ¿De qué sirve tener las cabezas? ¿Dónde están las lenguas? Cuando nosotros fuimos, dejé a la muchacha que se fuera y le dije que volviera a su casa pero ella no quiso. Se vino con nosotros, pero yo no le hablé, no vine para casarme. Yo tengo otros proyectos. Pero quiero que llamen al carbonero.

- ¡Ahora mismo! Por ahí estaba, lo llamaron. Le dijo al muchacho:

- ¿Por qué andas engañando al señor rey diciendo que tú la mataste? ¿Cómo sacaste a la víbora? ¿Cómo salió del agua? ¿Fuiste tú quien la agarró y la jalaste? ¡Nada más qué se den cuenta si la puede sacar o no! ¡si puede sacar un animal tan grande! Y como tú cortaste las cabezas ¿dónde guardaste las lenguas? Si tú la mataste ¡has de tener las lenguas del animal, pues yo las corté!

- ¡Ni siquiera sé si tenía lenguas!

- Bueno, y ¿cómo puede comer sin lengua? Todos los animales, hasta los más chiquitos, todos, todos tienen lengua para comer, pues ¿cómo un animal tan grande no va a tener lengua?

Entonces el muchacho les enseñó donde estaban las lenguas:

- ¡Yo la maté y fueron mis animales quienes la sacaron del agua!

Huyó el carbonero. ¡Huyó con una mujer que estaba allí! y se fueron a esconder en una cueva. Anunciaron que ya viene la muchacha. Ella dice:

- Este es el muchacho con quien me quiero casar. ¡Aquel no es mi esposo! ¡Yo no le respondí! ¡Es culpa tuya, tú me obligaste pero yo ni hablé a ese hombre! Yo quería seguir a este muchacho y casarme con él. ¡Ahora sí, me voy a casar con él!

El rey se dio cuenta que era la verdad, dice:

- Entonces ahora mismo se casarán y se quedarán en el pueblo. Hicieron una gran fiesta, al día siguiente, y se casaron. Hicieron otra casa para los animales y también les mandaron música, para que hicieran fiesta ellos también. Antes que fuera el muchacho, vino la muchacha a traer la comida para la leona y el tigre y tambien para el muchacho. La leona dijo entonces:

- ¡No fui porque la muchacha nos vino a traer comida! Pero, si no hubiera venido ella, yo hubiera ido a hacer justicia. ¡Al otro no lo vamos a dejar tranquilo y para eso estamos nosotros aquí! Ahora voy a buscar al carbonero que huyó allá, lejos, y es escondió en una cueva con una mujer. Ahora los encontraré, les daré un zarpazo y los dejaré ahí. Los fue a matar y regresó. Todos se fueron a bailar a la fiesta. Y no era cierto que se iba a secar el agua. Era una mentira. Entonces ahí vivió el muchacho esperando el día en que se secaría el agua, ¡y no! Se sentía a gusto en casa del rey. Lo mantenían. Y los animales andaban como siempre, él sabía que ellos iban al monte y se quedaba con su esposa.

Pero un día, la mamá de la muchacha ya era grande, tenía muchos años, tuvo una enfermedad. No había remedio, estaba por morir. La muchacha preguntó:

- Con qué podríamos curar a mi mamá para que no se muera?

- Yo sé, contestó la leona, ¡hora vengo, no desesperen! Voy a entrar en el monte hasta encontrar a mi abuela y a mi abuelo, ellos me van a dar el remedio para tu mamá. Se fueron los dos:

- Pero no hagas nada, vamos a encontrar a la enferma. ¡Ya vamonos! Encontró a sus abuelos y le dieron el remedio para curar a la mamá. Entonces yo volví y ellos allá se quedaron.

   
 
Traduction espagnole : Duna Troiani avec la participation d'Elena Islas et Eliseo Zamora
[Tzinacapan, 1986]
 
 
   
 

 
 
Le tigre et la lionne
   
 

Il y avait une fois un garçon qui perdit sa maman et son papa alors qu’il était encore tout petit. Il resta orphelin. Mais ses parrains n’avaient pas d’enfants, alors ils le prirent chez eux et le traitèrent comme leur propre fils. Et ils l’aimaient d’autant plus qu’ils n’avaient pas eu d’enfants, ils le gâtaient vraiment. Ils s’occupèrent bien de lui.

Quand il eut vers les dix ans, il alla parler à son père :

- Papa, je suis plus âgé maintenant, j’ai bien grandi. Grâce à Dieu, vous vous êtes occupés de moi, vous m’avez accompagné à l’église pour que je croie en Dieu, vous m’avez traité comme l’auraient fait de vrais parents. Aujourd’hui, ce que je voudrais, c’est que vous m’achetiez une carabine et un pistolet, et aussi des chiens de chasse, des bons, pour pénétrer au plus profond de la forêt et chasser le gibier. Ce qui me plaît, c’est de m’enfoncer le plus profond possible.

- Bon, fils, tu n’as qu’à dire ce que tu veux, on te l’achètera. Nous sommes là pour nous occuper de toi comme notre propre enfant. Nous t’avons nourri pour que tu vives, cela, ne l’oublies pas. On est là, on te les achètera.

Ils lui achetèrent sa carabine, son pistolet. Et le petit partit à la recherche d’autres enfants de son âge pour les encourager à l’accompagner en forêt, pour qu’ils aillent chasser des bêtes sauvages, des mapaches, ces sortes de ratons-laveurs, toutes les espèces de gibier, car dans les bois il y en a.

- Il y a du gibier en abondance dans cette forêt ! Tuons en, il y aura à manger !

Les enfants se laissaient convaincre, cinq d’entre furent partant, et ils commencèrent à y aller. Mais, par la suite, quand le père de l’orphelin se rendit compte qu’ils allaient souvent s’enfoncer dans les bois, il dit à sa femme :

- Ah, mon Dieu ! Mais pourquoi lui avoir acheté ce pistolet… et cette carabine… et ces chiens ? De bons chiens de chasse, en plus ! Maintenant ils veulent s’enfoncer là où c’est le plus dangereux. Et c’est là justement qu’il y a le tigre et la lionne ! Ils vont les dévorer, et pas seulement mon petit, mais eux tous ! Ce sont des animaux féroces, qui attaquent les humains ! Que faire ?

- Écoute, lui répondit sa femme, arrête de t’inquiéter car c’est Dieu qui nous a accordé cet enfant. Peut-être qu’il va en vivre, de la chasse ? Alors laisse-le y aller et s’éveiller à ce monde. Toi, tu n’as jamais voulu qu’il travaille, tu le gâtes, tu ne le laisses pas travailler aux champs avec toi, empoigner le sarcloir et bêcher la terre, alors laisse-le donc y aller !

Pourtant il leur arrivait souvent de pleurer car ils se faisaient du souci quand leur enfant partait jour et nuit. En fait, il ne partait jamais de nuit, il rentrait toujours dormir à la maison mais, dès l’aube, il repartait.

Un jour, le voilà maintenant grand, et il retourne parler à son père :

- Regarde, papa, j’ai maintenant douze chiens, et des bons. Donne-moi de l’argent pour qu’on les soigne bien, qu’on leur construise un abri et qu’on leur donne de la viande pour les rendre forts.

Et le père accepte.

- Parce qu’il y a cette lionne, qui rôde, et ce tigre, qui rôde aussi. Ce que nous voulons, c’est nous enfoncer là où c’est le plus dur à atteindre, car c’est là qu’ils rôdent et moi, je veux les attraper.

- Ah, fils, ne les poursuis pas, ils vont te dévorer ! Et pas seulement toi, mais vous tous !

- Rien, ils ne nous feront rien ! Parce que, moi, ce que je veux, ce sont leurs petits, ce sont ceux-là que je veux ramener ici. Mais avant, je vais tuer les parents.

Ils y allèrent tant et tant de fois qu’un jour ils tombèrent sur le tigre. Ils l’entendirent approcher. La peur gagne les jeunes :

- Qu’est-ce qu’on fait ?

- Il arrive, il va nous attraper !

- C’est un animal énorme !

- Grimpons à un arbre et de là, on lui tirera dessus, on le tuera.

Alors ils grimpent sur un arbre, le plus haut possible. Et ils montent jusqu’à la mi-hauteur. Mais le tigre grimpe aussi. Il va les atteindre ! Alors, lui, le garçon, il lui tire dessus avec son pistolet. Cinq coups ! Le tigre arrête de grimper, et il tombe. Ils descendent et tirent encore pour l’achever.

Ils revinrent chez eux, mais dès le lendemain ils repartirent. Et ils marchent, ils marchent, ils marchent. Ils ne chassent pas les autres animaux, ce qu’ils cherchent, c’est la lionne. Ils veulent en finir avec ce nuisible. Pour pouvoir être libres, il faut d’abord éliminer les animaux qui attaquent les hommes. Et, cette fois-là encore, ils la dénichent.

- La voilà ! Elle approche ! Elle est encore plus grosse que le tigre. Ils choisissent un arbre très haut pour y grimper, eux qui grimpent si bien, et ils montent le plus haut possible, jusqu’à la cime. Mais la lionne grimpe derrière, assez près pour pouvoir les dévorer. Mais les jeunes, ils avaient emprunté des armes, ils en portaient une, tous les cinq. Et ils lui tirent dessus, tous à la fois. Cela ne lui fait rien, elle continue à grimper derrière eux. Il a fallu dix coups de feu pour l’atteindre, et alors là, oui, elle est tombée. Ils descendent pour l’achever. Ils lui tirent encore dessus plusieurs coups et elle finit par mourir. Elle était plus forte que le tigre, et de bien plus grande taille !

Ils rentrèrent chez eux, sans chercher les petits parce qu’ils ne savaient pas où ils se trouvaient. Mais dès le lendemain, au petit jour, ils y retournèrent. Ils virent en chemin d’autres animaux qui prenaient la fuite devant eux, mais ils ne chassaient que les adultes, et tous, pour rapporter de la viande. Les petits, ils les laissaient vivants –Combien d’animaux on trouve au plus profond de la forêt ! Un bon gibier pour nous, les hommes !– Mais les jeunes ne s’arrêtaient pas, ils continuèrent à marcher, à marcher, jusqu’à trouver les petits de la lionne. Ils étaient deux. Eh bien, ils les attrapèrent, car les petits ne pouvaient rien faire. Et les ramenèrent vivants.

Quand le garçon, celui que ses parents aimaient tellement, arriva chez lui, son père poussa des cris :

- Mais, fils, qu’est-ce que tu es en train de faire ? Comment peux-tu ramener vivants ces animaux ? Ils vont te dévorer !

C’est alors que le garçon a dû lui expliquer qu’il avait tué les parents qui, eux, étaient dangereux. Il lui raconta tout, pour qu’il arrête d’avoir peur :

- Ne crains rien, mon cher papa.

- Mais le tigre et la lionne vont certainement venir ici les chercher, et ils vont en finir avec le village ! Pourquoi avoir ramené les petits ?

- Il n’y a pas de raison d’avoir peur, papa, parce que nous les avons tués, nous les avons tous tués, les adultes. Alors arrête d’avoir peur ! Ce qu’on va faire maintenant avec les petits, c’est de les apprivoiser, ainsi, par la suite, ils ne nous feront plus rien. D’ailleurs, c’est pour cela que je t’avais demandé de construire un abri pour les bêtes. Maintenant, apporte-moi une chaine en fer pour les attacher car, sans liens, ils vont s’enfuir.

Ce père, il aimait tellement son fils qu’il ne put se résoudre à tuer les petits. Il acheta la chaîne. Et ils apprivoisèrent les petits. Tous les jours, ils tuaient un cochon, ou bien une vache, pour que les animaux aient de la viande à manger, et il leur arrivait d’en rapporter de la chasse. Les chiens aidaient bien pour la chasse parce que, avec leur flair, ils le débusquent l’animal touché et le tuent. Les chiens, bien qu’animaux eux même, ils ont une intelligence qui leur permet de tuer les animaux.

Les jeunes sont maintenant grands. Le garçon continue à partir en forêt et ainsi il fait vivre ses parents qui vendent le gibier qu’il rapporte. Et cela, pendant bien des années. Mais par la suite, l’ennui commence à le gagner. Ses parents lui conseillent alors de se marier :

- Cherche femme, et nous irons faire la demande en mariage. Trouve une jeune fille qui te plaise, qui soit bien jolie, et nous te marierons. Nous ne sommes pas éternels. Quand nous mourrons, tu vas te retrouver tout seul ici puisque tu es notre unique enfant.

- Je ne veux pas qu’on me marie ! J’ai mes bêtes et je me nourris de la forêt, et je ne me marierai pas !

Mais vint le jour où l’ennui fut tel qu’il pensa à quitter le village, à aller ailleurs.

- Je veux trouver une forêt encore plus épaisse ailleurs, se disait-il. Je ne vais pas rester ici. Je vais partir et emmener mes bêtes avec moi. Il commença alors à parler à son père :

- Je vais partir. Mais je ne vous oublierai pas, je vais revenir, et je rapporterai de l’argent. Je pars, je m’ennuie trop au village. Cherchez des ouvriers agricoles pour qu’ils travaillent pour vous, et moi, je rapporterai l’argent pour les payer. Je m’en vais voir ailleurs, je m’ennuie trop ici.

Ses parents ne l’acceptaient pas, ils pleuraient beaucoup. Et comment pouvoir rester seuls ? Leur enfant chéri s’en va !

Il partit malgré tout.

Il marcha trois jours et trois nuits et, à l’aube du quatrième jour, il arriva à un grand pâturage. Avec lui marchaient les bêtes, poursuivant leur chemin. La lionne et le tigre le suivaient, mais bien attachés avec une chaîne pour qu’ils ne puissent faire aucun mal. Il entra dans le pâturage. Et là, il y avait une jeune fille, bien jolie !

- Regarde ça ! Il y a une jeune fille dans le pâturage ! dit le garçon

- Elle ne peut se trouver là que s’il y a une étendue d’eau, lui répondit la lionne, à qui il avait appris à parler et qui pouvait discuter. Si cette jeune fille est assise comme ça, c’est à cause de l’eau, et elle va sous peu se faire attraper. Vite courrons, allons la délivrer !

Ils partirent en courant à toute allure et ils l’atteignirent avant ce qui devait l’attraper. C’était une jeune fille vraiment particulièrement jolie : une princesse, la fille d’un roi. Et ce jour-là, elle était destinée à se faire dévorer par le serpent, un dragon. Ils parvinrent jusqu’à elle, les bêtes l’entourèrent et le jeune homme lui parla.

- Qu’est-ce que tu fais ?

- Rien.

- Pourquoi es-tu assise ici ?

- A cause de l’eau. C’est la seule source pour le village où puiser l’eau, il n’y a nulle part ailleurs d’autre source d’eau potable pour le village. Et dans cet étang se trouve un serpent, énorme, qui chaque jour dévore un être humain, chaque jour ! Et on dit que si on ne lui apporte pas quelqu’un à dévorer chaque jour, alors il sortira et viendra nous dévorer tous. Maintenant, c’est à mon tour d’être dévorée !

- Et comment va-t-il s’y prendre ? demanda la lionne

- Eh bien, par-là, là où se trouvent ces deux longues poutres qui traversent l’étang. Au beau milieu, la jeune fille doit déposer ses vêtements, tous ses vêtements. Et le serpent attrape d’abord les vêtements et, seulement après, la jeune fille s’y place et le serpent revient et l’emporte. Là j’y vais, vous pourrez le voir me prendre.

- Ah, sûrement pas ! Toi, tu n’y vas pas ! A quel moment doit-il apparaître ?

- Mes parents viennent à peine de me laisser, ils sont partis pour ne pas le voir me dévorer !

- Bon, ça me laisse un instant pour dormir, dit le jeune homme, car nous avons marché toute la nuit, je tombe de sommeil. Dès que tu verras l’eau s’agiter, tu m’appelles.

- D’accord, dit-elle, mais si, aujourd’hui, tu me sors de là et que tu empêches ce serpent de me dévorer, alors je te suivrai où que tu ailles, et nous nous marierons.

- Mais moi, je ne cherche pas femme ! Moi, je ne veux pas me marier ! Ce que je veux, c’est vivre avec mes bêtes !

Les bêtes sont aux aguets, elles ont tout entendu. Et la lionne déclare :

- C’est avec moi que ça va se passer ! Là, c’est moi qui mène l’action !

Ils se placèrent tout proche. Le jeune homme s’endormit, mais les bêtes, elles, restèrent aux aguets. Il ne dormit que peu, peut-être une demi-heure. On vit que l’eau bougeait – c’était une eau dormante, seule l’arrivée du serpent pouvait la faire bouger–, le serpent arrivait !

Ils sont sur le qui-vive. D’abord l’eau remue un peu, puis se met à s’agiter, de plus en plus fort. Alors il jaillit, et attrape le premier coffre de vêtements, et replonge. Puis il surgit une deuxième fois, attrape l’autre coffre, et l’emporte. Et le voilà revient, pour la troisième fois, il va prendre la jeune fille. Mais elle n’est pas là, elle est un peu plus loin. Il la cherche des yeux, il se dirige vers elle. A ce moment précis, le jeune homme lui tire dessus, tant et tant de fois que le serpent ralentit peu à peu, et s’arrête d’avancer. Et il se retourne–comme ça–, puis fait volte-face –comme ça. D’un saut, les chiens se jettent à l’eau, et la lionne saute aussi dans l’eau, et le tigre l’attrape dans sa gueule, et ils le tirent hors de l’eau.

Ils l’étendent de tout son long et le laissent étendu sur le sol.

- Te voilà libre maintenant. Rentre chez toi, va rejoindre tes parents.

- Moi ? Sûrement pas, je n’y vais pas ! Et même si tu ne le veux pas, je te suivrai où que tu ailles !

- Mais si ! Nous maintenant nous partons. Nous devons aller dans un endroit habité parce que les bêtes sont affamées, il faut qu’elles mangent, et d’ailleurs, moi aussi, j’ai faim.

Mais la jeune fille ne laissait pas le jeune homme partir, elle voulait le suivre.

Ils partirent. Ils s’arrêtèrent à la première maison pour demander s’ils n’auraient pas un cochon à tuer pour faire manger les animaux. On leur répondit que non mais on leur indiqua où en acheter.

Ils étaient venus tous ensemble et un charbonnier avait fait chemin avec eux. Il avait vu le serpent par terre, peut-être en les épiant. Et, quand les autres partirent, le charbonnier coupa les sept têtes du serpent –car, en fait, le serpent avait sept têtes–, il les enveloppa, se changea et alla trouver le roi :

- Regarde, j’ai sauvé ta fille, j’ai tué le serpent, je t’apporte ses têtes. Et maintenant je vais l’épouser.

A la vue des têtes, le roi fut rempli de joie qu’on eut tué le serpent..

- Mais, ta fille, un homme qui passait par là l’a suivie, je te le dis, l’a suivie !

- Alors toi, tu vas épouser ma fille, et tout de suite ! Je vais la chercher. Et cet homme-là, il l’invita vraiment au palais. Quant au jeune homme, il le fit prévenir qu’il s’y rende aussi. On partit le chercher, mais c’est la jeune fille qu’ils ramenèrent d’abord.

Quand ils allèrent chercher le jeune homme pour l’enfermer, les animaux comprirent ce qui se passait :

- Approchez seulement pour l’attraper ! dit la lionne. Du seul coup de patte que je vais vous asséner, ça sera réglé ! Et moi toute seule, sans l’aide de personne !

Mais le jeune homme intervint :

- Non, non ! Je vais aller leur expliquer.

- Sûrement pas ! Si tu y vas, on va tous au village, non seulement moi, mais le tigre aussi, et les chiens. et on tue tout le monde.

- D’accord, j’irai, mais seulement demain. Je suis très fatigué et je dois encore nourrir les animaux. Et demain je me présenterai seul.

Mais le roi était pressé. Il était heureux de voir sa fille vivante, et il s’empressa d’annoncer publiquement que le mariage allait avoir lieu tout de suite. Et la jeune fille eut beau lui dire qu’elle ne voulait pas épouser cet homme :

- Si, tu vas l’épouser ! C’est moi qui commande, moi, ton père, et personne d’autre !

Mais, au mariage, elle refusa de lui donner sa main :

- Cet homme-là n’est pas mon époux ! Le seul que je prendrai comme époux, c’est celui qui a tué le serpent !

Mais le mariage eut lieu, et tous les proches du charbonnier y vinrent. La noce se fit, mais de nuit !

Le lendemain, le jeune homme se présenta devant le roi, accompagné de la lionne qui n’avait pas voulu rester. Il lui avait expliqué qu’il allait tout arranger lors de l’interrogatoire, et elle lui avait dit qu’elle voulait écouter.

Le roi expliqua au jeune homme que désormais il ne quitterait plus le village, qu’il y resterait.

- Et pourquoi ? demanda le jeune homme.

- Au cas où l’eau tarirait ! Dans ce cas, c’est à toi qu’il incombe de la faire revenir. Va savoir où tu iras la chercher, d’où tu la rapporteras ? Car sans eau, nous allons tous mourir de soif !

Le jeune homme accepta l’argument, et ils en restèrent là.

Mais, il revint, à peine un peu plus tard, et s’adressa à lui :

- Ecoutez, Seigneur, si je suis resté sans réagir, c’est que j’ai un caractère patient. Et c’est aussi à cause de mes animaux car, si besoin est, eux, ils feront revenir l’eau. Moi je n’ai pas les exigences de ce charbonnier qui vous a fait lui donner votre fille. Et, de fait, ce n’est pas lui qui a tué le serpent, c’est bien moi, et avec l’aide de la lionne, et ce sont les animaux qui ont réussi à le tirer hors de l’eau. Comment aurait-il pu le sortir à lui seul ? En aurait-il eu seulement la force ? Alors faites-moi la faveur de le faire appeler pour que je lui parle et qu’on voit de quelle façon il se moque de vous.

- Ah, il me trompe ? Et en quoi ?

- À quoi cela vous sert-il d’avoir les têtes ? Où a-t-il bien pu mettre les langues ?

Et il expliqua comment il avait demandé à la jeune fille de rentrer à la maison tout de suite et que c’était elle qui avait refusé. Elle les avait donc accompagné mais il ne lui avait pas dit un mot car il ne la courtisait pas, qu’il avait d’autres desseins que de l’épouser. Et le roi accepta de faire immédiatement appeler le charbonnier.

Il n’était pas loin.

- Et pourquoi te moques-tu du roi en lui disant que c’est toi qui a tué le serpent ? Et comment as-tu fais pour le sortir de l’eau ? Un animal d’une telle taille, tu en aurais eu la force ? Et si c’est toi qui as coupé les têtes, où as-tu mis les langues ? Tu dois bien les avoir quelque part ?

- Parce que cet animal a une langue ? Mais je ne le savais pas !

- Et comment ferait-il pour manger, sans langue ?Tous les animaux, même les plus minuscules, ont une langue ! Alors, un animal de cette taille !

C’est alors que le jeune homme montra les langues. Et là, le charbonnier prit la fuite, il fila à toute allure. Il y avait même par là une femme qui l’a suivi ! Ils allèrent se mettre dans une grotte.

La jeune fille arriva à ce moment-là. Elle s’adressa au roi en montrant le jeune homme :

- Lui, c’est bien lui que je veux épouser ! Car l’autre, il n’est pas mon époux, je n’ai pas répondu « oui » lors du mariage. Tout ça, c’est de ta faute, c’est toi qui m’as forcée à me marier avec l’autre, mais je me suis refusée à lui. Alors que celui-ci, je l’ai suivi volontairement car j’avais décidé de l’épouser.

Le roi le reconnu comme juste et consentit au mariage.

La fête se célébra le lendemain. On avait fait un abri pour les animaux, et c’est là qu’on leur envoya un orchestre pour qu’ils puissent eux aussi faire la fête. Pendant que le jeune homme se présentait devant le roi, la jeune fille avait pris soin de les nourrir, et c’est pourquoi la lionne ne l’avait pas accompagné chez le roi. Sinon, elle aurait été faire justice.

- Mais nous n’allons pas le laisser s’enfuir à si bon compte, dit-elle. Je pars à sa recherche, il a fui très loin, il s’est caché dans une grotte, avec une femme. Je vais les trouver et je les tuerai, d’un seul coup de patte.

Elle alla les tuer et revint avant le bal. Et tous allèrent danser. Et ce n’était pas vrai que l’eau allait tarir, c’était une fausse rumeur, car l’eau n’a jamais tari. Le jeune homme était resté au cas où elle tarirait. Il était heureux chez le roi, qui les faisait vivre. Et les animaux pouvaient aller en forêt, comme toujours. Lui, il savait bien qu’ils y allaient, mais il restait avec sa femme.

Un jour, la mère de la jeune fille, qui était déjà âgée, tomba malade. Il n’y avait pas de remède, elle allait mourir. Elle demanda à la lionne si elle connaissait un remède et celle-ci lui répondit :

- J’y vais, moi, et maintenant. Ne désespérez pas. Je vais m’enfoncer dans la forêt jusqu’à ce que je retrouve ma grand-mère et mon grand-père. Eux, ils me donneront le remède. Toi, ne fais rien. La malade, nous allons la trouver. Partons, partons maintenant.

Ils partirent tous les deux, retrouvèrent l’aïeule et l’ailleul qui leur donnèrent le remède pour guérir la mère.

Alors moi, je suis partie, et eux, ils sont restés.

   
 
Traduction française du nahuatl : Sybille de Pury
[Tepoztlan, 1979 / Marseille, 2019]
 
 
   
 
 
Doña Rufina Manzano & Rodolfo Flores : El tigre y la leona
Captation des données : Sybille de Pury
Transcription et traduction en français : Sybille de Pury
Traduction du nahuatl en espagnol : Duna Troiani, avec la participation d'Elena Islas et Eliseo Zamora
Vidéo : Duna Troiani (CNRS) et Franck Guillemain (CNRS)
Photos des amates : Marc Thouvenot
Correction stylistique de l'espagnol de Sybille : Ónix Acevedo Frómeta
Exposition : Nepantla, 2019
Muséographie : Ónix Acevedo Frómeta
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