Los dibujos de René Espinosa son peculiares en cuanto a su temática porque nos muestran a los músicos de orquesta, pero no tocando en un concierto, sino que los presenta ensayando.
La elección de abordar el tema plástico de una orquesta es interesante, representa la reunión de un importante número de personas que se congregan con el fin de ejecutar una pequeña parte de algo que tiene mucha más amplitud. Generalmente, en las orquestas formadas por músicos profesionales, sus miembros tienen una formación de más o menos diez años y con frecuencia tienen una larga experiencia. ¿Cuántas actividades humanas reúnen a un número tan grande de personas con tan altísimo desarrollo profesional sólo para ejecutar una pequeña parte de una obra más grande? ¿Qué otro tipo de reunión, sino en la de una orquesta, se obliga a personas que tienen una fuerte personalidad, a colocar su ego al servicio de la obra de un compositor, haciendo que su voz personal sea generalmente imperceptible? ¿Quién puede percibir la voz particular de uno de los veinticinco violinistas de una orquesta sinfónica cuando, además, la meta es que toda esa sección deba escucharse como un único sonido?
En estos dibujos vemos algunas veces a la orquesta completa, pero no a un conjunto de músicos perfectamente ordenado, sino que se percibe aquí una disposición que hasta podría entenderse como desorden. Casi puede sentirse que los músicos van y vienen, como si cuando uno acabara de tocar su parte sale de la escena para hacer otras cosas.
En los trazos de René se nota algo importante de la vida de las orquestas: muchas veces las secciones trabajan de forma separada, con o sin la batuta del director. Por ejemplo, cuando el director hace repetir algo a los violinistas, ya los otros músicos se han ido y solamente quedan los atriles como la huella mecánica de los hombres que estuvieron allí.
Cuando los músicos de una orquesta se reúnen para tocar una obra en público, generalmente se visten como pingüinos. Los hombres llevan su traje negro, con corbata o corbatín, sobre una camisa blanca y zapatos negros, siempre bien lustrados. Las mujeres portan falda larga con collares de perlas llamativas (frecuentemente falsas, sino es que se trata de algún regalo, porque el sueldo de un músico de orquesta no permitiría comprar perlas verdaderas.
En una orquesta, la vestimenta es lo que asegura la homogeneidad visual del grupo. Para este fin, todos los músicos, y en particular los hombres, se visten de la misma manera, es decir con smoking. Sólo el director se distingue, un poquito, usando frac. Pero la función del traje no solamente procura la homogeneidad visual, si todos se vistieran con jeans se podría obtener el mismo resultado. La indumentaria tiene también, como función, afirmar la pertenencia a una elite, adoptando la vestimenta de la clase alta.
René Espinosa, en su obra, con la magia del trazo de su lápiz, nos muestra la otra cara de una orquesta, una faceta que nadie conoce, salvo los que la acompañan en su vida cotidiana.
En los dibujos de René vemos a los músicos con la ropa que se pusieron después de tomar su ducha y desayunar. Tal como ellos salen todos los días a la calle, en ese momento se borra el estatuto social del músico.
Hay algo más en los trazos de René que resulta revelador: sus posturas corporales no corresponden a lo habitual en tal circunstancia. Se les ve con los hombros encogidos y un poco encorvados, en lugar de sentarse con la espalda derecha, bien erguidos. Los cuerpos muestran una relajación totalmente inusual. Los pies, parte importante en la colocación del cuerpo de un músico, normalmente bien puestos sobre el suelo, aquí aparecen en varias posiciones. Hasta se puede observar a un músico con las piernas cruzadas, quizá sea un percusionista, ya que son ellos los que tocan de forma más espaciada y pueden darse ese lujo.
Todos reconocemos los sonidos de una orquesta en afinación, inmediatamente antes de un concierto. En algunos de sus dibujos, René logra, por la superposición de varias capas de esbozos, darnos esa misma impresión, similar a cuando las notas que se escuchan no van juntas sino que cada quien está siguiendo su propio camino.
En otras ocasiones, como en el caso del violoncelista, el traslape de los trazados tiene una función cinética. El conjunto de líneas permite percibir los movimientos del arco, mientras que el cuerpo y particularmente la cabeza, quedan inmóviles.
La larga estadía de René con los músicos modificó la impresión que tenía de ellos. Al final de los dos años los visualizaba más como esculturas, casi de piedras. Eso se observa en sus últimos dibujos, donde cuerpos e instrumentos se reducen a formas casi abstractas.
Estos Apuntes, creados por René Espinosa, nos introducen a un mundo que pocos conocen y lo hace con trazos muy vivos que nos regalan una imagen de la vida cotidiana del músico de orquesta. Para transmitirnos ese mundo tenemos que imaginar a René llegando todos los días a la sala donde se realizaban los ensayos, con su libreta, lápices y, en ocasiones, las piedras con los crayones, el tusch, los pinceles, el godete, las tintas, el trapo, un recipiente de agua, la navaja para dar luz en las litografías… disponiendo el material a su lado, esperando las primeras notas del día que iban a ser su motor para las próximas tres horas.