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Mundos de antaño

Christophe de Beauvais

Chroniques Source gallica.bnf.fr / BnF
¿Es ciencia o no es ciencia?

Hace poco nos interrogábamos sobre las técnicas ancestrales del péndulo, del zahorí, del radiestesista, e incluso del magnetismo, con una sola pregunta en la cabeza: ¿funciona o no funciona?

Se había invitado a los cinco más grandes especialistas de eseos campos preguntándoles para demostrar sus eventuales talentos. Ello dio lugar a bellas peleas sobre las cuales no hablaré aquí. En el momento de tomar la fotografía estaban todavía en las presentaciones.

La mayoría de los cinco invitados parecían concentrados, salvo el segundo a la derecha que parecía interrogarse, y su colega zahorí que tenía problemas para calmar la agitación de la varita. La modesta multitud de curiosos estaba atenta, todos tenían los ojos llenos de las promesas del espectáculo por venir.

Lo que sucedió después fue extraordinario desde todo punto de vista.

Un péndulo comenzó a agitarse, luego otro más, y en fin un tercero. Todos comenzaron un movimiento circular de ida y vuelta que se amplificaba. El hombre de la varita no pudo controlar la torsión vertical del avellano. Parecía que hacía esfuerzos por resistir. Un golpe de viento poderoso hizo temblar las ramas de los árboles. Los péndulos continuaban girando. Un cuervo graznó a lo lejos, aumentandole un detalle a la escena. Una de las espectadoras amenazó con desfallecer, sus ojos vacíos reflejaban el susto. La hierba que estaba a los pies de los zahoríes pareció levantarse en un movimiento lento que acariciaba los vellos del brazo. El cuervo regresó y se posó en una rama. La varita se calmó y los péndulos también. Pudimos al fin respirar.

Los zahoríes intercambiaron miradas satisfechas y hasta el cuervo tuvo un ligero movimiento de cola.

¿Cómo dudar que estaba pasando algo? ¿Cómo no creer que un hecho fuera de lo común había tenido lugar en este claro del bosque? Para el gentío de campesinos curiosos era una evidencia, el mundo no estaba clausurado y tenían la prueba.

Regresando a sus campos o a sus casitas, llevaron consigo esta esperanza de misterio.

Los niños partieron al bosque a buscar avellanos, los hombres intercambiaron algunas palabras enérgicas para marcar el desafío, las mujeres vieron sus sospechas confirmadas y parecieron más inquietas que antes.

Pero para todos, el mundo se había vuelto, de un solo golpe, un poco más maravilloso.

Christophe de Beauvais, Crónicas minúsculas, Mundos de antaño. ¿Es ciencia o no es ciencia?
[Rabat, 2016]
Traducción al castellano de Mariella Villasante Cervello con la colaboración de Guillermo Nelson Peinado

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