Menu General

[Crónicas minúsculas]

Chroniques
Crónica anterior

Mundos de antaño

Christophe de Beauvais

Chroniques
Chroniques Source gallica.bnf.fr / BnF
Un problema delicado

Marlowe me ha enviado ayer dos fotografías, con un comentario sibilino como de costumbre: “Espero que verás el problema.” Marlowe es así, no se enreda con frases y va directamente a lo esencial. Debía responder al desafío, y aquí copio la carta que acabo de enviarle:

Querido Marlowe,

Creo que podemos proceder del modo siguiente: se trata de una aparición, o de una desaparición. He observado bien las fotos, todo está en el mismo lugar excepto los dos individuos: los pliegues del colchón, la secuencia de la cadena, los cuadros sobre el muro y, bueno, prescindo de los otros detalles. La luminosidad es también comparable, el tiraje de los negativos explica sin duda la ligera variación de la atmósfera.

Sin embargo, y eso lo sabemos bien los dos, nada en este mundo se crea y nada en este mundo desaparece. Por lo tanto, es imposible que el problema sea ese. Observa ahora que esos dos casos aparecen solo si agregamos a las dos fotografías una temporalidad que las une. Es únicamente armados de esta sucesión de hechos –que no aparecen sobre el papel– que la pregunta aparece.

Regresemos entonces a nuestras suposiciones. Suponemos: (uno) que se trata del mismo cuarto –y no hay porqué dudar–, (dos) que una de las fotos marca un antes y la otra un después. Es esta segunda hipótesis la que debemos abandonar.

Podría pararme ahí y concluir que el problema es aquel de un tiempo ausente, dado que su única presencia conduce a dos cosas absurdas: una aparición o una desaparición.

Pero yo sé que eres muy fino y que esta conclusión suena también algo absurda. No se elimina el tiempo de este modo.

Tu pregunta sobre el problema queda, pues, entera e íntegra.

A pesar de ello, tengo otra posibilidad que conserva todas sus variables sin hacer desaparecer el tiempo. Te la expongo sin tardar. Esas dos fotografías abren dos mundos paralelos en donde, por un lado, los prisioneros están ahí, y por otro, no han lo han estado nunca.

Esta afirmación parece audaz, pero mirándola bien lo es. Ni mi mundo ni el tuyo podrían ser cambiados si esos dos prisioneros no existieran. Y la misma conclusión vale en el caso de que estén ahí. Puedo (y tú puedes) agregar o suprimir algunas existencias sin que ni tú ni yo seamos afectados.

Imagina por ejemplo una multitud con la que te cruzas donde faltaran algunos individuos. ¿Podrías establecer la diferencia? Imagina un pueblo lejano que conoces por tus lecturas o de oídas, ni tu mundo ni el mío serían afectados si esos pueblos fueran más o menos numerosos.

Nuestro mundo es pues una vasta aproximación. Es indefinido en nuestros pensamientos y comprende infinitas posibilidades en términos de apariciones y de desapariciones.

Para mí, querido Marlowe, tú existes en la mayoría de esos mundos. Pero lo que es cierto para mí no lo es para otros que no te conocen.

El problema que evocas es para mí el siguiente: ¿cuáles son los mundos donde nosotros existimos para los otros, y aquellos donde no los habitamos?

Para concluir una última pregunta: ¿qué dios incierto ha logrado tomar esas dos fotografías?

Muy cordialmente,

John

Christophe de Beauvais, Crónicas minúsculas, Mundos de antaño. Un problema delicado
[Rabat, 2016]

Chroniques
Crónica anterior