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Mundos de antaño

Christophe de Beauvais

Chroniques Source gallica.bnf.fr / BnF
Una historia de niños

Su nacimiento había sido guardado en secreto. La Torre Eiffel había dado a luz octillizos.

Cuando eran pequeños, con sus estructuras poco curtidas, se los había instalado en un jardín de recreo cerca de París. A los dos meses ya tenían una bella altura, que testimoniaba el vigor de su ascendencia.

La madre, muy atenta, los observaba de lejos. Las jóvenes Torres Eiflon –el término proviene de las pequeñas jirafas, aunque no sea muy lindo– se desarrollaban rápidamente y se proyectaban ya hacia futuros radiantes.

“Yo iré a Londres”, —decía una torre. “Yo iré a Berlín” —decía la otra. Continuando la carrera de su madre, se imaginaban en una gran capital. A esta edad, el sueño tiene ya el gusto de las realidades y todavía no se ha alejado de las pequeñas dificultades de la vida que pesan sobre su realización. Las torres se daban de todo corazón a los sueños y multiplicaban las posibilidades futuras.

“Podríamos también quedarnos cerca de mamá y rodear la capital. ¡Podríamos brillar en París!” decía una tercera torre.

El primer nacido, un poco gruñón, hizo rechinar sus vigas para marcar su desaprobación: “Dejen de proyectarse en el futuro! Nuestra función no es sino figurativa y simbólica y, además, por filiación, tenemos que encontrar otra cosa para existir en vez de posarnos simplemente.”

El joven aguafiestas produjo un silencio molesto. Felizmente solo duró  un corto instante.

“¡Mi función es el cielo!”, “¡Y la mía, de albergar a los pichones!”, “¡Y la mía, de ser tomado en foto!”, “¡Y mi función es observar!”.

Los comentarios venían de todas partes.

La Torre Eiffel escuchaba a lo lejos sin decir nada. Ella sabía el valor de los sueños de niño.

Fue, sin embargo, muy atenta a la declaración de su pequeña octava torre, que estaba silenciosa hasta ese momento: “¡Yo quiero ir a ver a Papá!”

Lo cual la hundió en un abismo de reflexiones, que el pudor de la época nos obliga a no desvelar.

Christophe de Beauvais, Crónicas minúsculas, Mundos de antaño. Una historia de niños
[Rabat, 2016]
Traducción al castellano de Mariella Villasante Cervello con la colaboración de Guillermo Nelson Peinado

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