El perro: Me pregunto ¿en qué piensa con su látigo? ¿Cree que me va a dar miedo? ¡Si se mueve ladro! Mejor amigo del hombre, vaya qué título de gloria que se da; y ahora quiere que sea un caballo de carga. Si monta detrás mío me voy corriendo. Veremos bien si aguanta.
El niño: Tranquilo perrito, tranquilo. Eres grande pero el niño soy yo. Por lo tanto, hago lo que quiero. Espero que me dejes montarte sin irte corriendo.
El perro: ¡Pero de verdad quiere montarme el bribón! ¡Se va a subir encima mío por detrás! ¡Maldito! ¿Está buscando pelea?
El niño: Despacito, despacito. Felizmente tengo mi látigo. ¡Si se mueve yo le pego! Es cierto que es alto este animal. No está hecho para los niños.
El perro: ¡Ahí está! El loco ha montado encima. ¡Vas a ver lo que te va a pasar muchacho!
El niño: ¡Ahí está, aquí estoy! ¿Como arranca esto? ¿Y si pruebo diciendo ¡Taio!?
El perro: ¿Taio? ¿Qué es eso? Nunca escuché esa palabra. Pero, ¿qué quiere el chiquillo?
El niño: “Taio” no funciona. ¿Puedo tratar con arre arre? Pero no, piensa un poco, ¡eso es para los caballos! ¿Qué se les dice a los perros? ¡Anda!
El perro: ¿Anda? Ah ya, es eso. "¡Anda!" está muy bien, es agradable, tiene dinamismo y energía. ¡Anda! ¡Vamos! No muy rápido para el pequeño.
El niño: ¡Estupendo! ¡Funciona! Qué lindo el perro. Es mi mejor amigo.
El perro: No está mal finalmente este chiquillo. Es tan alto que me llega a la rodilla, pero ya sabe jugar. Cuidado por atrás, vamos a acelerar…
El niño: ¡Taio! ¡Taio! ¡Taio!
El perro: ¿?¡!